Todos tenemos la certeza que el ser humano es la más avanzada de las especies, por lo menos de las que habitan el planeta tierra, pues somos la única especie que cuenta con la capacidad plena de razonar, es decir, elevar el pensamiento de lo concreto a lo abstracto, aunado que estamos dotados de conciencia política, lo que nos permite crear estructuras complejas de convivencia y someterse a ellas y que en base a lo anterior, ha ido modificando su conducta a lo largo de la historia de la humanidad para evolucionar a lo que llamamos civilización, pero, precisamente por esas capacidades superiores que tenemos sobre el resto de las especies, deberíamos cuidarlas, procurarlas y enfocar nuestras acciones a preservar y mejorar nuestro entorno, el problema se da en el gran egoísmo humano de pensar que todos los recursos naturales son creados para nuestra satisfacción, razón por la que los explotamos de manera indiscriminada rompiendo así el equilibrio natural de nuestro mundo y los ecosistemas existentes en él.
Por lo que no podemos perder de vista que un ecosistema es el conjunto de especies de un área determinada que interactúan entre sí y con su ambiente, de tal forma que, a través de la depredación, el parasitismo e incluso la degradación de los cuerpos orgánicos después de su muerte, conservan un equilibrio natural que permite la preservación del mundo, y es precisamente en eso en lo que la especie humana ha errado su camino y conducido a nuestro planeta a su propia destrucción.
El pasado catorce de mayo del año en curso, la Convención Ambiental de la Megalópolis, activó la contingencia ambiental extraordinaria en la Ciudad de México, debido a las partículas contaminantes suspendidas en el aire de dicha entidad, lo cual implica un verdadero problema que nos atañe a todos. Es cierto que al Gobierno Federal no se ha interesado en establecer políticas bajo perspectiva ambiental y como ejemplo podemos citar la necedad de construir el Tren Maya sin que exista aun un estudio de impacto ambiental o el recorte presupuestal a la Semarnat que tiene como consecuencia la falta de capacidad operativa de la Comisión Nacional Forestal para combatir los incendios que se dan, en gran parte por la temporada de calor, sin embargo, hay un sector de la sociedad que se mantiene en la comodidad de la crítica sin propuesta, esperando que sea el gobierno el que solucione todos los problemas, sin tomar en cuenta que, si no hacemos una conciencia real y comenzamos todos a cuidar nuestro medio ambiente, las condiciones de vida, tanto propias como de nuestros descendientes serán cada vez más deplorables, pues cada vez es más común enterarse de la extinción definitiva de muchas especies, precisamente por la rotura en el equilibrio de los ecosistemas que hemos provocado los seres humanos, y podemos citar muchos ejemplos; Metepec, perteneciente al Estado de México, en plena contingencia ambiental, realizó la fiesta patronal a San Isidro Labrador quemando fuegos artificiales, pero desde la sociedad civil también es necesario generar conciencia. Se ha documentado por parte de los “Supercívicos” que Farmacias del Ahorro ha talado mil ochocientos cuatro árboles a lo largo de todo el país, en la apertura de sus sucursales, o el video viral en el que se puede apreciar a un señor mayor de edad quemando árboles bajo el argumento que “son suyos porque el los sembró”
Se ha llegado a pensar que el derecho ambiental en México es una rama del derecho administrativo, y por su propia naturaleza, se podría entender en ese sentido, sin embargo, resulta necesario implementar acciones tendientes a la educación hacia una perspectiva de respeto a nuestro medio ambiente, y ya se han dado los primeros pasos: en el año dos mil quince, se agregó al Código Penal del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, el Título “de los delitos cometidos contra la vida e integridad de los animales” en el cual se contemplan penas privativas de la libertad por un plazo de tres meses a dos años y multa de 100 a mil días de salario mínimo contra quienes lesionen animales, y en caso que los maten, la pena podrá ser de seis meses a cuatro años y multas 500 a 1500 días de salario mínimo, delitos que se persiguen por querella necesaria, es decir, debe existir una parte denunciante; de igual forma, nuestra capital, en mayo del año 2017, aprobó el Reglamento de Control Sanitario y Protección de los Animales Domésticos y de Compañía, dejando el precedente de crear un reglamento especializado en la salvaguarda y protección de la dignidad de los seres sintientes, de igual forma, contamos con el Reglamento de Construcción y Seguridad Estructural del Estado de Oaxaca, que armonizado con los planes de desarrollo urbano de los distintos municipios, permite salvaguardar zonas específicas que se rijan bajo el dictamen de Parque Ecológico, lo que limita cierto tipo de construcciones, precisamente para protegerlos y el Congreso aprobó diferentes reformas a la Ley para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos Sólidos, con la finalidad de prohibir el uso de bolsas de plástico, unicel y popotes en establecimientos comerciales, precisamente por el daño que ocasionan al medio ambiente.
Nuestras autoridades ya están trabajando en beneficio del medio ambiente, pero esos esfuerzos serán inútiles si como ciudadanos no cambiamos nuestra mentalidad hacia una perspectiva más sustentable y podemos hacerlo con pequeñas acciones cotidianas, por ejemplo: reduciendo el uso del automóvil, separando los residuos sólidos, cuidando tanto a los árboles como a los animales, reciclando, llevando bolsas de tela a los mercados o al supermercado para evitar el consumo de bolsas de plástico de un solo uso, pues todos vivimos en este planeta y la forma en la que lo afectemos la padecemos todos, es necesario ser mejores seres humanos para nuestra propia supervivencia.
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