Durante la cuarta semana de abril se cumplirá un mes desde que la OMS declaró a México en Fase Dos de la pandemia por COVID-19, y con ello, un mes de mantener la sana distancia, de reducir la movilidad, de cancelar eventos públicos, de quedarnos en casa, de adaptarnos al uso de mascarillas, gel desinfectante y caretas; de apreciar cada vez más nuestro hogar y también de acostumbrarnos a saludar y mandar abrazos a través de una pantalla.
Y en este sentido, la relevancia que han cobrado las aplicaciones para realizar reuniones virtuales es mayúscula, tanto para nuestros trabajos como para estar en contacto con familiares y amigos. Según expertos, se calcula que estas aplicaciones y plataformas han tenido un incremento de su uso en más de 500% durante la pandemia.
De manera vertiginosa estas aplicaciones son parte de nuestro día a día, y están sirviendo como plataformas valiosísimas de formación continua, así como para generar foros de discusión y paneles de opinión en un momento trascendental en que, paradójicamente, el aislamiento nos llama a estar más unidas que nunca, compartiendo inquietudes, generando empatía y siendo propositivas.
Hablando de género, estos foros virtuales resultan vitales para visibilizar las problemáticas que la contingencia está recrudeciendo en la situación de muchas mujeres, como el incremento de la violencia familiar y la feminización de la pobreza, para encontrar soluciones conjuntas y repensar nuestras políticas.
Esta semana, se organizaron dos paneles importantísimos para entender y abonar a la agenda de género: el primero sobre Feminicidios organizada por la Cámara de Diputados, y el segundo un seminario internacional sobre atención a las violencias contra las mujeres en tiempos de Covid, tema imprescindible organizado por la Red Interamericana de Refugios.
En ambos, en momentos medulares de su desarrollo, lamentablemente fueron hackeadas las conversaciones. Comenzó como una interferencia, donde se escuchaban hombres con palabras altisonantes, que en cuestión de pocos minutos fueron incrementándose, hasta ocupar la pantalla central incluso subiendo pornografía. Total, que nos obligaron a salir, interrumpir la liga y a las organizadoras las metieron en apuros enviando invitaciones privadas a las participantes. Desafortunadamente, lograron el cometido de sabotearnos.
No cuento con los elementos para asegurar que se trata de intromisiones intencionales para denostar la materia en la que nos encontramos, pues esta semana hubo denuncias públicas contra la plataforma Zoom por la venta de los datos de las personas usuarias en el mercado negro. Por esto resulta tan apremiante la necesidad de que estas plataformas de comunicación refuercen sus códigos de seguridad, para proteger los datos de las personas usuarias y para garantizar comunicaciones seguras, en este momento en el que resultan vitales.
Esto es parte del aprendizaje, en el que resulta muy importante seguir tendiendo redes que nos mantengan unidas, apoyándonos en contingencia, pero también poner atención en buscar las plataformas más seguras para dicho fin.