La pandemia y el mal manejo sanitario y económico por parte del gobierno federal nos tienen en la incertidumbre. No solo no sabemos si nos vamos a contagiar y, eventualmente a morir, y tampoco sabemos si nuestras fuentes de ingresos sobrevivirán a tan profunda prueba.
La gente lo dice, lo grita, a través de los medios que dispone: no tiene dinero, al menos el suficiente para solventar todos sus gastos. Gente que vivía en la pobreza está cayendo en la extrema pobreza. Gente de clase media baja está volviendo a la pobreza. La situación que padecemos no se vivía desde 1929, año del crac bursátil del mundo.
En 1931 nuestra ciudad vivió una crisis parecida, pero en aquella ocasión por un terremoto. Hubo hambruna, migración y multiplicación de la pobreza y muy poca ayuda oficial. En 1985 la gente de la Ciudad de México se volcó a las calles y se solidarizó con el prójimo, sin mirar quien era; la ayuda oficial llegó tarde y mal. En la tragedia de hoy se repite el mismo patrón, la ayuda oficial no llega y, lo poca que llega, viene condicionada al clientelismo electoral.
Duele ver cada vez más personas en los cruceros citadinos vendiendo chicles, lavando parabrisas o pidiendo ayuda para comer. Siempre los ha habido, pero ahora hay más.
Y gente que va a casas y negocios pidiendo algún trabajo o ayuda para comer, por lo menos un día.
Y las víctimas de siempre, aún de sus propios padres, los niños, recorriendo las calles pidiendo limosna o vendiendo cualquier cosa que les ordenan.
Es cierto, no es nuevo, nuestro sistema político ha sabido crear pobreza a lo largo de los años, pero ahora es mucho mayor y no hay a dónde ir. No se puede migrar a otra entidad porque están igual. Y la frontera norte cerrada a los migrantes porque en USA también hay crisis.
En estos momentos en que se necesita de solidaridad nuevamente la ideología del magisterio vuelve a castigar a los más pobres al negarles la oportunidad de recibir educación, la única herramienta que podría sacarlos de la pobreza. Esto es violencia y, en este caso, contra niños que no comprenden la gravedad de su situación.
Los maestros, y la burocracia sindicalizada en general, son los únicos que no sufren carencias en esta situación. Sus quincenas y prestaciones siguen llegando puntualmente, aunque la economía esté en picada, por tanto, no se entiende su negativa, queriéndose vender como oposición cuando hoy, la Sección 22, es el oficialismo.
Información del portal Animal Político dice: “Maestros de Oaxaca rechazan la estrategia de clases a distancia presentada por la SEP porque es excluyente”. Acusan que esta modalidad de enseñanza es neoliberal y que ignora la realidad de los pueblos y comunidades.
“Solo una minoría de los estudiantes tuvieron y tienen las condiciones para seguir este tipo de educación, esto significa que es una educación excluyente, discriminatoria, superficial y antipedagógica”, agregaron. Y concluyen con que el ciclo escolar lo iniciarán de manera presencial cuando ya existan condiciones para hacerlo.
Negar la educación es atentar contra un derecho humano con está por encima de sus consideraciones políticas e ideológicas. Y mientras ellos protestan y lanzan consignas contra TV Azteca y Televisa, aliadas de AMLO, las redes sociales nos muestran la otra cara de la moneda, la de quienes por decisión propia y con cargo a sus bolsillos abren sus conexiones a internet y prestan espacio, y algunas veces equipos de cómputo, para apoyar a algunos muchachos.
Maestros de otras partes del país se deshacen, improvisan y desarrollan métodos sencillos para atender a sus alumnos. Se viralizó el video de una maestra que inventó un muñeco, “Dinosabio”, para poder captar la atención de los niños y darle clases a distancia.
Padres de familia que están esforzándose para atender su trabajo y la educación de sus niños, que buscan la forma de acercarles lo necesario haciendo toda clase de sacrificios. Maestros del norte del país que salieron a recolectar televisores viejos para llevarlos a las familias que no tienen una, en fin, querer es poder.
Estos ejemplos muestran la mezquindad de un grupo altamente ideologizado que tiene como rehén a los niños oaxaqueños, en nombre de quienes lucran y obtienen prebendas estratosféricas.
No se entiende el porqué de su negativa, ni desde la razón ni la lógica y hasta del simple sentido común. Son los consentidos, les dan todo, incluida impunidad, desde que entran a las escuelas normales. Negarse a dar clases es totalmente contrario a la solidaridad cristiana que profesa su presidente.
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Nubarrones se extienden sobre una libertad esencial; la libertad de expresión está bajo ataque, el régimen no quiere críticos ni periodismo independiente. Una prensa libre, crítica e independiente es indispensable para la salud del país. Su defensa nos corresponde a todos.
@nestoryuri