Cada personaje que llega el poder se asume de inmediato en un líder histórico, el mejor. Ya tuvimos una foxilandia y hoy vivimos en amlolandia. Oaxaca no podía quedarse atrás y después de leer las crónicas de las comparecencias de funcionarios del gobierno estatal ante diputados locales hay que ir pensando que vivimos en el paraíso.
Una comparecencia fuera de lugar, literalmente. Teniendo el Congreso del estado na sede propia y una supuesta autonomía e independencia del poder ejecutivo, se sometió y se trasladó en bola al bunker, también conocido como Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, CCCO.
Este bunker, como lo narramos hace unas semanas, debería ser un centro cultural y de convivencia social, sin embargo, está dedicado exclusivamente a usos políticos. Su principal función es política, no cultural. Probablemente se eligió este sitio porque aísla muy bien a los que están dentro, la clase política, de los que están afuera, la gente del barrio, a la que temen.
De acuerdo con las crónicas periodísticas el tema principal de la comparecencia fue informar sobre el uso del crédito, otro más, que pidió el gobernador por la cantidad de 3500 millones de pesos, por tanto, fue la comisión de deuda pública del H. Congreso la que los recibió. Hablando en lenguaje burocrático, fue un “ejercicio democrático de rendición de cuentas”.
Llama la atención el listado de obras que harán con esos benditos 3500 millones porque con los casi 100 mil millones que recibe Oaxaca cada año vía el presupuesto federal, no se ven obras por ningún lado.
La triunfal narrativa local que construye oaxacalandia incluye asuntos como la renegociación de la deuda estatal para nuestro beneficio, por supuesto. Las súper carreteras al istmo y la costa, la construcción de más parques eólicos para volvernos sustentables o la intención de convertirnos en el faro cultural de Latinoamérica. Son promesas que están a punto de esfumarse ante el cercano fin de este sexenio.
La seguridad es otra afirmación en el discurso oficial, pero los hechos lo desmienten. Apenas hace unos días ejecutaron a un alto mando policial, la ola de feminicidios sigue en aumento y la violencia contra la mujer, amparada en los usos y costumbres, no ha podido contenerse porque, además, tocar con el pétalo de una crítica a las comunidades indígenas es someterse al linchamiento mediático.
De acuerdo con lo dicho en ese ejercicio democrático de comparecencia, el dinero se aplicará en 118 proyectos estratégicos, como califican la reconstrucción de casetas incendiadas para locatarios del mercado de abasto, es decir, el uso de recursos públicos para beneficio puntual de algunos particulares. Incluye la construcción de un nuevo teatro en donde ya existía uno, el Álvaro Carrillo, y el añadido de un carril más, en cada sentido, en la salida al aeropuerto.
La información periodística de cuando se solicitó el crédito hablaba de que se usaría para construir, en donde hoy están los soldados, una serie de obras sociales, comerciales y turísticas, además de desarrollar urbanísticamente el oriente de la ciudad, lo que supondría un alivio a la movilidad y la contaminación porque la gente viviría cerca de los centros de trabajo y no en ciudades dormitorio, como las que están cerca de Tlacolula, Zaachila o Etla.
Las comparecencias no añadieron nada nuevo, el discurso siempre hablará de lo bien que lo hacen y lo bien que estamos, nunca hablarán de asignaciones directas, de contratos amañados, de favoritismo o de moches porque, podría suceder en otras partes, menos en Oaxaca.
Este sexenio está en su recta final, dentro de dos años serán historia y nadie los recordará más que por las cosas turbias que vayan saliendo. Y la recta final de un gobierno tienen un mote: “el año de Hidalgo”.
Abusaron por la falta de estudios de casi todos los diputados y, por tanto, su ignorancia en cuestiones técnicas, económicas o financieras, por lo que basta llenarlos de cifras, estadísticas o gráficas para marearlos.
Oaxaca está muy lejos de estar bien. La pandemia vino a mostrar el error de cargar todos los huevos en la canasta del turismo que únicamente tiene dos polos de desarrollo: la ciudad de Oaxaca y la costa.
Con fantásticos “renders”, ilustraciones creadas por computadora, al igual que los vendedores de departamentos, nos quieren ilusionar de lo que serán las obras estratégicas que nos entregarán. Así tenemos ilustraciones del nuevo teatro Álvaro Carrillo, del centro de convenciones de Huatulco o de la salida al aeropuerto, pero al igual que los renders del CCCO, seguramente el resultado final no corresponderá con lo ofrecido.
Han transcurrido cuatro años y no hay obra ni avance sustancioso a la vista, por eso mismo llama la atención la prisa en la aplicación de los milagrosos 3500 millones de pesos que alcanzarán para todo. ¿Será por el “año de Hidalgo?
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