-En mis tiempos, también las cartas eran el medio de comunicación a gran distancia-. Detrás de los cristales de sus antiparras se distinguían pequeñas gotas de luz; Paul dejó saber así que estaba emocionado, siguió
-Recuerdo haber hecho uso del servicio postal para mantener el contacto con “mi soldadita”.
Poco compartía con ella sobre mis actividades castrenses, porque, los espacios de aquellas hojas, blancas casi siempre, los llenaba expresando una y otra vez mis sentimientos y serias intenciones-
No lo sé de cierto, pero dentro del Think tank la atmósfera se sentía ligera. Paul siguió.
-Pero puedo decir. Sin afán de compararme con tan ilustre mexicano, que, en ambos casos, el de Don Porfirio y el mío, las cartas de regreso eran, sin duda, el mejor combustible para revitalizar toda acción, tanto cotidiana como profesional-. eso que escuché fue un suspiro?.. fuera o no quién lo parió se ocultó entre las cejas y pestañas de ese bosque de gente.
-Solazarse en las frases dulces, así como en los delicados rasgos de la escritura femenina era alimento para el espíritu- dijo Hindenburg.-otros carraspeos camuflaron más suspiros.
-Mi General Don Porfirio, por cierto, continúa recibiendo correspondencia allá, en su discreto mausoleo, en el cementerio de Montparnasse, en París, Francia.
Soy testigo de ello- dice emocionado Hindenburg, -pues en dos ocasiones, una en 1981 y otra en el 2013, tuve el privilegio de visitar su, espero, penúltima morada, ya que deseo que la última sea en Oaxaca, México-. Limón y los otros mexicanos dentro del tanque de ideas suscribimos.
-Decía -continúa diciendo Paul -que en ambas visitas pude percatarme de la correspondencia que le hacen llegar, misma que es introducida por debajo de la puerta de herraje y cristales, o por una ventila superior.
Pude ver incluso- dice emocionado el Mariscal , -tarjetas y pedazos de hoja de papel, con sentidos saludos de admiradores mexicanos, reconocimientos por su patriótica obra y deseos expresados, en el sentido de que regrese a su tierra natal.
¡Algún día!
Lo cierto es que los diálogos epistolares entre parejas, son un recurso hermoso que la tecnología no puede, ni podrá eliminar-.
Al terminar de hablar Paul von Hindenburg se pone de pie; ahí, desde sus dos responsabilidades le rinde honores.
¡De pie! ¡Y a la orden! -dice el masón -y; me reitero a sus órdenes Mi General Don Porfirio- dice el soldado forjado en un yunque-. Y cuando pensamos que reinaría el silencio Paul murmura -Cariños, mi soldadita-.
Desde la otra cabecera Fibronio Limón, tras ver cómo bajaba la nube de ideas mágicas atinó a decir
Por el momento no tengo las palabras ni el tiempo para escribirle a mi Delfina-, hubo quien pensó que el Sargento calculó no poder expresar en ese instante el amor hacia su “Delfina” -aunque sí dijo -pero seguramente sería una carta con el mismo carácter y decisión envuelto de la miel del amor que le profeso-.
Los trabajos terminaron; aunque en esta ocasión no fueron los gestos adustos propios de quehaceres castrenses los que acompañaron la salida de la logia, incluso hubo quien tocó con la mano el hombro del otro e incluso se vieron manos estrechándose. Como sea, el mensaje se dió.
Último patrullaje.- Hubo un momento en la conversación con FABIAN que marcó el futuro de la dinámica política que voy a seguir… así, entre el disfrute de una enorme mojarra y lonjas de atún mi amigo FABIAN dijo… voy a ser Gobernador de Guerrero; quienes lo escuchamos solo usamos un segundo para procesar esa proyección y, … estuvimos ciertos que así sería.
Balazo al aire.- más allá del esprit de corp
Greguería.- El Gobierno de la República Mexicana debe de exigir la repatriación del General Porfirio Díaz.
Oxímoron.- !sube que aquí estoy abajo!
Haiku.- ¿Dónde estás? ¿Adónde vas?
Al fin río…,
vas solo a donde vas.