El doctor Juan Enrique Romero escribe para Infobae que antes de reprender a nuestro perro cuando ladra, conviene saber por qué lo hace para entenderlo mejor y de esa forma optimizar nuestra relación.
Lo patológico es el ladrido compulsivo y sin un sentido práctico real y es ése un signo clínico importante de que algo funciona mal y que debe ser tratado.
Lo normal, lo fisiológico debe ser respetado y comprendido.
Aquí algunas de las circunstancias en las que un perro ladra y no debería ser reprimido:
Comunicación
El ladrido, si bien no es la forma más importante de comunicarse por parte del perro, sí es la elegida por el ser humano para hacerlo.
Miedo
Es muy frecuente y, acompañado por otros signos corporales, es una manera de manifestar la presencia de una amenaza y de pedir ayuda a su manada.
Caza
Los perros genéticamente seleccionados para la cacería, en algunos casos, ladran para avisar a los otros perros o al cazador.
Alarma
El perro está ejerciendo la función para la que ha sido seleccionado, ladrando ante cualquier estímulo externo. Simplemente está avisando.
Ausencia del dueño
Los perros, al ser animales gregarios y sociales, no quieren estar solos y reclaman compañía a través del ladrido.
Reforzamiento por el propietario
Si cuando nuestro perro ladra le prestamos atención, reforzaremos esa conducta efectiva y tenderá a repetirse.
Demanda de atención
El ladrido para llamar la atención frente a una demanda concreta normalmente es reforzado y por eso se repite. Cualquier perro ladra como un modo de defender su territorio o sus pertenencias.
Frustración
Del mismo modo que los bebés lloran o hacen berrinches cuando no alcanzan algo, los perros ladran en la misma circunstancia.
Conducta repetitiva
El ladrido puede convertirse en la única salida al estrés y muchos perros en situaciones extremas de confinamiento inadecuado ladran de manera repetitiva y monótona, como deshaciéndose de la ansiedad que el momento y la circunstancia les causa.