Las rosas, los globos u otro obsequio era lo que llevaban en mano desde temprana hora. En algunos casos, con sus niños durante el paseo de la mañana del Día de las Madres. Otras, cuyos restos descansan en los camposantos, eran visitadas con flores o alguna canción, como ocurrió en los panteones San Miguel y General, donde a las afueras había varios puestos.
Pero muchas madres más sufrían en este día la ausencia de sus hijas e hijos, aquellos de los que no saben si están bien, si han comido, si siguen con vida o donde yacen sus cuerpos.
El Día de las Madres ha sido este 10 de mayo una conmemoración agridulce en la capital oaxaqueña. Mientras algunos corrían con los arreglos par a llevarlos a su madres y otras personas trataban de alegrar el día de varias con al obsequiarles una rosa roja en el zócalo, las madres buscadoras llegaban tras una marcha con el sol a plomo.
La celebración del Día de las Madres comenzó a instaurarse en 1922 a través de una convocatoria del diario Excélsior y de la Secretaría de Educación Pública como respuesta al congreso feminista de 1916 que abogada por una maternidad libre y consciente, así como los derechos sexuales de las mujeres. Sin embargo, en las últimas décadas la celebración oficial ha funcionado para reconocer a las madres.
Este día, en la capital oaxaqueña, la celebración cobró otros significados con la protesta de las madres buscadoras de sus hijos.
Estamos aquí reunidas las madres que deberíamos estar festejando. Para nosotros no hay festejo, no hay celebración, porque nos hace falta el abrazo de esa hija o de ese hijo que no está en casa”, decía al micrófono Martha Pablo, del Colectivo Oaxaqueños Buscando a los Nuestros”.
Pasado el mediodía, el centro de la ciudad reunía lo mismo a las madres buscadoras que a las comerciantes con niños en brazos o tras ellas, también a las que con sus familiares disfrutaban de una comida en los restaurantes de los portales o las que paseaban con flores y demás regalos.