El sol intensifica sus ráfagas sobre la ciudad de Oaxaca. En días el año 2024 estará en su punto medio y el calor registrado resulta inédito. En los últimos años no se recuerda algo así. Mientras, la sonrisa juguetona de un hombre parece hacer pausa cuando recibe a sus invitados. Está feliz, se siente bendecido, así lo dice. La obra musical que hoy ejecutará a sus setenta años se llama “Celebrando la vida”.
El hijo del maestro Elíseo Martínez Vargas y Doña Ana María García. El tercero de cinco hermanos recuerda con profunda nostalgia a quien en días pasado partió. Considerarlo como su segundo padre musical no es impulso. Señala que al maestro Víctor Urban le debe las clases de órgano que marcaron su carrera profesional.
Aun niño, veía a su padre tocar en la Catedral de la ciudad de Oaxaca y cada vez que lo llevaba a los conciertos de la Banda de Música aprendía a concentrar sus sentidos en lo que escuchaba. Estos encuentros con la música, los relata como una experiencia importante que determinó su anhelo absoluto de estudiar música a sus 15 años. “Ya estaba empapado con la música y tenía la ilusión de saber más, como todo chamaco de esa época, quería estudiar más”, señala.
Así fue como dejó el lugar que lo estaba viendo crecer, sus amigos y el calor de su casa familiar. Ya instalado en el entonces Distrito Federal, comenzó su camino largo. No paró hasta concluir sus estudios en el Conservatorio Nacional de Música. Continuó su preparación en el Instituto Pontificio de Música Sacra, en Roma Italia. No olvida a sus grandes maestros que le dieron solidez a su formación musical, entre otros: Jorge Deleze (solfeo), Abel Eisenberg (solfeo), Víctor Urban (órgano), Gonzalo Ruiz Esparza (armonía) y Héctor Rojas (piano).
Después de 10 años de viajar por el mundo, comenta que regresó a Oaxaca en 1980. En gran medida porque extrañaba mucho a su familia y a su tierra natal.
Refiere que, de esa fecha al momento actual, el panorama musical en Oaxaca ha crecido más en grupos y ensambles, pero siente que no ha evolucionado mucho ya que la mayoría que salen a estudiar ya no regresan y los que sí regresan, desafortunadamente, sin terminar sus estudios o llegan muy “mamones” (no todos).
Se le pregunta si ha habido alguna administración gubernamental que haya apoyado el desarrollo musical en Oaxaca. Considera que, como tal, aun no, pero recuerda el respaldo que los gobernadores Diódoro Carrasco Altamirano y José Murat Casab dieron a la Banda de Música del Estado.
“En términos generales considero que ha tenido uno que otro momento bueno, cuando se fundó la Orquesta Primavera era gobernador Pedro Vásquez colmenares) y la constitución de la Sinfónica fue en el sexenio del gobernador Heladio Ramírez López.
Quien no siente que haya trazado metas, sino vivido en la esperanza de si algún día esto, ojalá lo otro, al día de hoy se siente afortunado y satisfecho de haberlas cumplido. “Puede que me tachen de presumido, pero he tocado muchísima música, he dirigido obras que me gustan, he acompañado a muchos estudiantes y artistas, he recibido reconocimientos y felicitaciones por mi trabajo”.
¿Mencióneme sus obras musicales favoritas? —Uy… son muchas, el concierto dos para piano de Rachmaninoff, el concierto para violín de Tchaikovski, el concierto para órgano de Poulenc, el concierto para chelo de Dvorak, el Cardellino de Vivaldi para flauta, la pasión según San Mateo de Bach, los conciertos de Brandemburgo, las suites para orquesta y sonatas para órgano de Bach y muchísimos etcéteras.
Se le pregunta cómo le gustaría ser recordado. Responde que, como Eliseo o Cheo, como alguien que vivió haciendo lo que le apasionaba, quizá que lo tomaran como ejemplo o hasta un pilarcito de la música en Oaxaca.
Finalmente, no pueden faltar las anécdotas de un extraordinario músico oaxaqueño que nunca se aparta del sentido lúdico de la vida.
“En mi juventud armamos un mariachi con los compañeros del Conservatorio, yo tocaba el guitarrón y una vez nos echaron agua. Mi guitarrón se hinchó”. “Cuando hice examen para entrar a la Orquesta Sinfónica del Estado de México, me sabía sólo cinco compases del concierto de Varsovia, así que eso toqué, supongo que con tanta seguridad que los sinodales dijeron suficiente y aprobé”.
“En una ocasión me invitaron como organista a la OSEM y el director Bátiz me empezó a regañar, según su estilo. Decidí regresarme ese mismo día, cuando me hablaron yo ya estaba camino a Oaxaca”. “En Roma-Italia me invitaron a tocar una misa a las 12 p.m. y no sabía que había cambio de horario y pues llegué tarde. Y así, hay miles”
Ya hace hambre dice Cheo, mientras mira las mesas en donde ya se encuentran sus invitados. Agradece a su esposa, hija e hijo y demás integrantes de su familia y da la bienvenida a sus amistades. Las palabras son contadas pero pronunciadas con mucha emoción. Sin revelarlo, anticipa una sorpresa después del tercer tiempo, pero antes del postre. Un piano espera en el escenario mientras un tenor se refresca con agua de frutas naturales.
Lo que vino después, podría ser digno de la pluma del cronista de la ciudad de Oaxaca, Jorge Alberto Bueno Sánchez, quien lo presenció todo. Maestro Eliseo Martínez García, gracias por su amistad y por compartir momentos personales que engrandecen su pasión por la música.
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*Presidente del Foro Permanente de Abogados A.C.