Con el compromiso de que habrá continuidad en algunas políticas públicas implementadas en el gobierno de su antecesor, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera mujer que gobernará el país por los próximos seis años. Se ha comprometido a mantener y ampliar los programas sociales; atender las causas de la violencia; mantener la política de austeridad en el ejercicio de gobierno y fortalecer el programa de salud IMSS-Bienestar.
Es la primera mujer al frente de la Presidencia de la República, un cargo que hasta ahora había sido ocupado por 65 hombres, llega con altas expectativas al ser la presidenta con el mayor número de votos obtenidos y tener una mayoría en el Congreso, tendrán que ajustarse a la realidad y a los retos que enfrenta desde ayer.
Sus desafíos van mucho más allá de profundizar los logros de su predecesor, como la reducción de la pobreza en una nación donde más de un tercio de la gente aún vive en esa situación. Toma la estafeta entre indicadores económicos que deberá atender con prontitud, entre ellos, la inflación, una diferencia entre los ingresos y el gasto público que cada vez se amplía y es necesario reducir, generar confianza y certidumbre para las inversiones con el objetivo de incentivar la generación de empleos formales y mantener el tipo de cambio estable.
A pesar de los factores positivos, persisten grandes preocupaciones. El crecimiento económico promedio durante estos seis años ha sido el más bajo desde la década de los 80, con un crecimiento promedio anual cercano al 1%, lo cual está lejos de las metas planteadas al inicio del sexenio anterior y que sin duda será uno de los grandes desafíos del próximo gobierno.
En el pre criterios para el presupuesto 2025, la SHCP se comprometió a reducir el déficit público a 3% del PIB. Será de suma relevancia cumplir estas expectativas cuando se presente el presupuesto 2025 en este mes para dar certidumbre a las calificadoras e inversionistas de que se controlará el déficit.
Contra la violencia
El principio de la no violencia –también conocido como la resistencia no violenta- rechaza el uso de la violencia física para lograr un cambio social o político. A menudo descrito como “las políticas de la gente común”, esta forma de lucha social ha sido adoptada por poblaciones masivas alrededor del mundo en campañas por la justicia social.
Un principio clave de la teoría de la no violencia es que el poder de los gobernantes depende del consentimiento de la población, por lo cual la no violencia busca disminuir ese poder a través del retiro del consentimiento y la cooperación de la población.
La acción No Violenta es una técnica por medio de la cual las personas que rechazan la pasividad y la sumisión, y que ven a la lucha como algo esencial, pueden llevar adelante sus conflictos sin violencia. La acción No Violenta no es un intento por prevenir o ignorar el conflicto. Es una respuesta al problema de cómo actuar efectivamente en política, especialmente cómo ejercer los poderes de manera efectiva.
Mientras que la No Violencia es frecuentemente utilizada como un sinónimo de pacifismo, desde mediados del siglo XX el término de la no violencia ha sido adoptado por muchos movimientos para el cambio social, los cuales no se enfocan en la oposición a la guerra.
En la mayoría de los casos, las razones por las que las personas recurren a la violencia son por falta de tolerancia y poca comprensión hacia el prójimo. De entre todos los tipos de violencia, la que ha tenido un repunte en los últimos años es la violencia de género o contra la mujer.