La ciudad de Oaxaca
La ciudad de Oaxaca fue fundada como ciudad de Antequera en 1532, pero la zona estuvo habitada desde el preclásico. El valle de Oaxaca ofrece condiciones habitables muy favorables por lo que fue asiento de dos grandes culturas la zapoteca y la mixteca, por esa razón los mexicas ya se habían apoderado de él antes de la llegada de los españoles.
Durante el Virreinato la ciudad gozó de gran prosperidad gracias a la comercialización de la grana cochinilla, que es un insecto del cual se extrajera un tinte natural sumamente apreciado tanto en Europa como en América y esto a su vez contribuyó a su riqueza y a la construcción de grandiosos edificios en la ciudad.
Otro acontecimiento muy importante en la historia de la ciudad de Oaxaca es que fue la cuarta ciudad del continente americano en contar con una imprenta, en 1720 está registrado el primer documento que se imprimió en ella y que se titula Sermón Fúnebre, resaltando el dato que la licencia le pertenece a una mujer: doña Francisca Flores.
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Gran número de ciudades tienen sus raíces en antiguas aldeas llenas de historia y tradiciones que como señala Lewis Mumford; van dejando huellas materiales e inmateriales. Las ciudades históricas son depósitos ancestrales, en donde se archivan no solo restos materiales.
En cuanto a personajes, los presidentes más notables que ha tenido México caminaron, estudiaron y amaron en esta ciudad: don Benito Juárez y don Porfirio Díaz, ambos habitaron el actual centro histórico, lo cual contribuye a aumentar la carga cultural que tiene la ciudad que desde siempre ha contado con la visita de personajes ilustres, desde el general José Ma. Morelos quien tomó la ciudad militarmente el 25 de noviembre de 1812 hasta reyes europeos como Juan Carlos de Borbón de España e Isabel II de Inglaterra que la visitaron en son de paz en el recién concluido siglo XX.
Pero entre estas visitas también han pasado innumerables viajeros de múltiples países, profesiones e intereses como el explorador austriaco-alemán Teober Maler, reconocido por sus fotografías de zonas mayas, siendo pionero en este campo y que también tomó imágenes de la ciudad de Oaxaca en la segunda mitad del siglo XIX. Precisamente el tema de la ciudad y su registro es el que me interesa tratar, enfocándolo a las crónicas firmadas por tres notables escritores y descubrir que motivó a cada uno, que intereses y que perspectiva tuvieron de la misma, esto mediante sus escritos.
Escritores seleccionados
Los escritores elegidos son tres reconocidos creadores literarios de tres nacionalidades distintas, el primero mexicano, el segundo inglés y el tercero italo-cubano: Manuel Toussaint, David H. Laurence e Italo Calvino cuyos relatos referidos al tema se publicaron en 1926, 1942 y 1989 respectivamente, estas fechas nos ayudarán a delimitar el tiempo y ubicar la imagen de la ciudad entre 1920 y 1989.
Las obras
Ahora pasemos a las obras. Los tres autores abordados, visitan la ciudad de Oaxaca en fechas diferentes e igualmente sus motivos e intereses son diversos. Pero tienen en común que los tres la visitan en el siglo XX y hacen de la ciudad su motivo literario. Sumando a esto, que sus obras están disponibles en las bibliotecas de la ciudad y son muy fáciles de consultar.
Las abordaremos cronológicamente. En primer lugar, hablaremos de OAXACA, obra de autoría de Manuel Toussaint, y recientemente incluida en 2013 dentro de la colección: “Las Quince Letras” editado por el instituto de humanidades de la UABJO. Tocándole la letra D.
En la introducción de dicho libro el investigador Carlos Sánchez Silva apunta: Para llevar a cabo este proyecto nuestro autor realizó una visita a la “Verde Antequera” del 9 al 19 de marzo de 1926. Diez días que sirvieron para que nos brindara una visión íntima y muy personal de la capital oaxaqueña por conducto de 14 estampas bajo su pluma ágil y poética.
En efecto está dividido en 14 temas que abarcan; desde la ciudad, las casas, los monumentos, la comida, hasta las joyas, los modos de hablar y las mujeres. Lo anterior acompañado de 16 grabados en madera que los ilustran.
Patricia Chiñas López