El pasado 2 de junio, México presenció una jornada electoral clave en la que se eligieron no solo la presidencia de la República, sino también senadurías, diputaciones federales y, a nivel estatal, integrantes de 125 ayuntamientos y del Congreso local. Sin embargo, más allá de los resultados generales, uno de los eventos más significativos fue la pérdida del registro nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), una fuerza política con 35 años de historia y un legado en la transición democrática del país.
EL GOLPE FINAL: LA PÉRDIDA DEL REGISTRO
Fundado el 5 de mayo de 1989, el PRD surgió como una alternativa socialdemócrata en un México dominado por un sistema político hegemónico. Durante décadas, fue un actor crucial en la política nacional, pero en las elecciones de junio de 2024, el partido no logró superar el 3% de la votación válida emitida, requisito indispensable para mantener su registro a nivel nacional según la Ley General de Partidos Políticos.
El artículo 10 de dicha ley establece que un partido puede perder su registro si no participa en un proceso electoral ordinario o si no obtiene al menos el 3% de la votación válida emitida en alguna de las elecciones federales ordinarias para Diputados, Senadores o Presidente. Lamentablemente para el PRD, este umbral no fue alcanzado, lo que selló su destino en el escenario político nacional.
EL FIN DE UNA ERA POLÍTICA
Ante esta situación, Jesús Zambrano, presidente nacional del PRD, expresó su pesar y reflexión sobre lo que representa este momento para el partido y para México. A través de sus redes sociales, Zambrano lamentó la decisión de los órganos electorales y reconoció el cierre de un ciclo histórico para el PRD.
“Lamento que se haya confirmado por los órganos electorales la pérdida del registro legal del PRD a nivel nacional. Se cierra así un ciclo histórico de la vida de nuestro partido que tanto aportó a la transición democrática de México”, escribió.
Esta declaración refleja el sentimiento de nostalgia y pérdida que acompaña el fin de un partido que, en su momento, representó una esperanza de cambio y una voz disidente en la política mexicana.
¿RENOVACIÓN O NUEVO COMIENZO?
A pesar del golpe devastador, Zambrano subrayó la disposición de muchos dirigentes y militantes de seguir adelante, manteniendo en alto las banderas de lucha que han caracterizado al PRD a lo largo de su historia. En sus palabras, el futuro podría estar en la unión con grupos afines para levantar un nuevo proyecto partidista, uno que sea “renovado, moderno y abierto a la sociedad”.
Sin embargo, Zambrano fue enfático en que este nuevo esfuerzo no debe interpretarse como un “PRD 2.0”, advirtiendo que repetir los mismos errores sería un “grave error estratégico”. En cambio, llamó a las nuevas generaciones a encabezar este esfuerzo renovador, enfatizando la necesidad de construir un proyecto que defienda las causas sociales y la democracia en México.
UN COMPROMISO CON LA DEMOCRACIA
En un tono más solemne, Zambrano reiteró su compromiso con la defensa de la democracia en México, alertando sobre el peligro de que el país se deslice hacia un gobierno autoritario. Este riesgo, según el dirigente, podría desembocar en una “larga pesadilla de contenido dictatorial”, algo que el PRD siempre se propuso combatir.
En sus palabras finales, Zambrano aseguró que, aunque desde nuevas trincheras, seguirá trabajando por una agenda progresista que beneficie a la sociedad y al país.
Su mensaje concluyó con un grito de esperanza y lucha: “¡Viva México, democracia ya, patria para todas y todos!”.
EL DESAFÍO QUE SE AVECINA
Con la pérdida del registro nacional, el PRD enfrenta ahora el desafío de reinventarse o desaparecer. Aunque algunos militantes y líderes están dispuestos a seguir adelante y buscar nuevas formas de organización, el camino hacia la recuperación será difícil. Las próximas decisiones estratégicas y la capacidad de adaptación del partido determinarán si su legado continúa o si, después de 35 años, el PRD quedará en la memoria como un capítulo cerrado en la historia política de México.