El relleno sanitario ha llegado al límite de su capacidad desde hace más de una década. “Desde la administración de Ulises Ruiz Ortiz en 2006 (exgobernador de Oaxaca) el basurero había llegado a su vida límite”, puntualizó Artemio Martínez, quien fue representante de la colonia El Manantial, ubicada en la zona baja de donde se concentra la basura.
Cuando el señor Martínez se refiere a la vida útil de este tiradero, está hablando principalmente de la geomembrana o celda de confinamiento que retiene los lixiviados de los desechos urbanos. “No solo sabemos que ha llegado a su límite, sino que lo vivimos. Nosotros, al no tener agua potable, hacemos pozos para obtener agua y así atendemos nuestras necesidades. Pero los lixiviados han llegado hasta el agua que extraemos de estas fuentes”, agrega el vecino del basurero quién hizo las denuncias ante las autoridades correspondientes.
Martínez agrega que los lixiviados, “en temporadas de lluvia pasan como un río en nuestras colonias. A esto se suman las enfermedades y las represalias hacia quienes hemos denunciado la contaminación y actos de corrupción. Nadie quiere hacerse responsable de su basura”.
Al menos los municipios conurbados que depositaban sus desechos en el tiradero de Zaachila. Tres de ellos son los que apuntalan la cantidad diaria que se genera de residuos urbanos: Los municipios de la ciudad de Oaxaca, Santa Lucia del Camino y Santa Cruz Xoxocotlán.
Edgar Sereno Cruz, integrante de Sikanda, asevera que “lo ideal es que cada municipio debiera hacerse cargo de su basura. La ley lo dice, en relación a los sólidos urbanos son los municipios; los residuos de manejo especial es una responsabilidad compartida entre municipios y el Estado; los residuos peligrosos son responsabilidad de la federación”.
De acuerdo con el alcalde Francisco Martínez Nery, la prohibición del acceso de vehículos particulares al basurero “no es una decisión de la autoridad municipal de Oaxaca de Juárez”, sino que es una determinación de los pobladores de la Villa de Zaachila, quienes se supone cerraron el basurero por las afectaciones ambientales y a la salud.
En el caso de basurero de Zaachila la celda de confinamiento ha sobrepasado su límite. “Lo único que hacen es que una maquinaria va arrinconando la basura en forma de montañas generando contaminación aérea y lixiviados sin control”, agrega el integrante de Sikanda.
El capacitador de la Organización Sikanda lamenta que de los 570 municipios que comprenden al estado de Oaxaca, los rellenos sanitarios existentes no cubren ni el 1% del trato de la basura de esta entidad. “Medianamente hay una experiencia en Huajuapan; San Lorenzo Cacaotepec; San Sebastian Tutla; El Tule; Mitla, el resto son basureros a cielo abierto. Existe como tal una crisis de la basura porque sistemáticamente no tienen un plan de manejo ni personal capacitado”, sostiene Sereno.
Pepenadores en el olvido
El mal manejo de la basura en Oaxaca se recarga sistemáticamente en los tres niveles de gobierno y de la propia ciudadanía que genera la basura. La lógica es que todo es desechable y la responsabilidad de tratarlo es de un tercero, lo cual no existe. Aunque en los tiraderos a cielo abierto hay gente que intenta clasificar y recuperar lo que sirve para reciclar y son llamados despectivamente como pepenadores.
Experiencia inspiradora
En un contexto de crisis de la basura que vive Oaxaca pareciera que no hay opción a corto plazo, aunque a menos de 30 minutos de la capital existe una experiencia distinta. De entrada, no es un tiradero, pues los trabajadores aquí hacen énfasis en que es “un relleno sanitario” y que ellos no son pepenadores, sino “recicladores”.
Estas personas, incluyendo mujeres y no binarias, quienes integran la plantilla de recicladorxs, cuentan con equipo como guantes, botas, overoles y reciben capacitación continua. Además, tienen un sueldo seguro, vacaciones y atención de salud. Se les ve felices.
Esta experiencia ocurre en el municipio de San Lorenzo Cacaotepec. “Esto solo es posible gracias a los usos y costumbres de esta comunidad. Esta responsabilidad lo atrajo la asamblea comunitaria y no solo recayó en las autoridades. Aquí hay una visión comunitaria”, comparte Sikanda.
En este relleno se aprovecha y se clasifica todo lo que es reciclable y se trabaja con la mayoría de los desechos orgánicos para la producción de abonos y para un criadero de gallinas, un proyecto más que se desprende de este trabajo.
“Realmente podemos vivir de una mejor manera, pero tenemos que cambiar nuestra mentalidad de que todo es desechable. Tenemos que hacer conciencia que nuestro planeta no es desechable, porque no hay otro más”, concluye Lorenzo.