Separadas por al menos 4 kilómetros dentro de la zona metropolitana de la ciudad de Oaxaca, tres modestos restaurantes, dos ubicados al interior del mercado del municipio de Santa Cruz Amilpas y otro en el sur de la ciudad, por los rumbos de Candiani, debieron agregar 5 pesos a los precios de sus menús que deben pagar sus agobiados comensales al pasar de 60 a 65 pesos por desayuno o comida, unos, y de 70 a 75 pesos el de la zona más comercial de la ciudad, que atiende a empleados de agencias automotrices y burócratas de la zona.
Hay una poderosa razón: el incremento en el precio de los insumos como verduras, frutas y gas, materia prima para la elaboración de esos alimentos. Veamos algunos de estos costos: en un año, la electricidad en la ciudad de Oaxaca se ha encarecido 5.3%, cifra similar a Tehuantepec. El gas licuado de petróleo tiene un acumulado de 25.4% en un año.
Hasta el pasado jueves, los precios de los tanques de gas de 20 kilos estaban en 387 pesos en una de las empresas que surten al mercado doméstico; el tanque de 30 kilos cuesta ya 581 pesos cuando hace algunos meses aún rondaba por debajo de los 500 pesos y el de mayor volumen, 75 kilos, cuesta 873 pesos, en una escalada hormiga de precios; “así no se puede”, señalaron amas de casa.
Elaborar un caldo de pollo, sopa de verduras o estofado es cada día más difícil por el costo de los insumos. Sólo el arroz en este 2024 se ha encarecido en 10%, de acuerdo a los genéricos que integran la canasta básica para la ciudad de Oaxaca a la primera quincena de 2024.
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A nivel nacional, las frutas y verduras se han encarecido en 15.89%, el mayor impacto en los precios de la canasta básica, el segundo mayor golpe lo son los productos agropecuarios, con 15.89 por ciento.
En un recorrido realizado por reporteros de EL IMPARCIAL por los mercados públicos y tiendas departamentales, fue posible dar cuenta que, por ejemplo, un kilo de milanesa de res, corte delgado o milanesa pulpa bola costaba en Soriana un promedio de 220 pesos. El kilo de pollo entero oscila entre los 47 y los 51 pesos.
A decir de las personas que atienden los restaurantes, al menos en la última semana los precios han dado un ligero respiro por lo elevado en que se habían situado el jitomate, la cebolla, los precios estratosféricos que alcanzó el chayote.
El aguacate, necesario para las salsas, tiene un precio de 94 pesos el kilo en tiendas departamentales, de acuerdo a Quién es quién en los precios de Profeco, pero en los mercados públicos y pequeños abarrotes tiene un precio de entre 120 y 140 pesos, que donde se adquieren la mayoría de los productos a consumir de inmediato.
Un desayuno oaxaqueño también puede resultar oneroso. El chocolate elevó su precio 14%, para unas enfrijoladas, el frijol ha aumentado 16.48% en un año. En términos reales, medio kilo de chocolate cuesta más de 100 pesos, sin contar que es producto industrializado y no el molido en Oaxaca. El kilo de frijol, de la marca de una tienda departamental cuesta arriba de 27 pesos, pero si se desea de mejor calidad, el Verde Valle negro Jamapa, cuesta incluso por arriba de los 75 pesos el kilo.
“Reduflación”, menos gramos, menos mililitros, mismos precios
Tanto tiendas departamentales como empresas trasnacionales han puesto en práctica el reducir el gramaje o el volumen de sus artículos. Así en lugar de encontrar un litro de aceite, la marca que compramos habitualmente ofrece 950 o 900 ml, sin que muchas veces el consumidor se percate de la disminución de contenido, aunque se oferte al mismo precio.
De acuerdo con especialistas esta práctica se le llama “Reduflación”. Las empresas optan por reducir la cantidad -gramos o mililitros- de lo que ofrecen al consumidor con el fin de evitar un impacto inflacionario. Esto es reducir la cantidad del producto para mantener los precios sin cambios. Es una práctica legal, siempre y cuando esté indicado en la envoltura o envase la cantidad que se están vendiendo.
Sin embargo, la gran mayoría de los consumidores no leen las etiquetas y entonces creen que adquieren un kilo de yogurt, un litro de leche o crema cuando solo reciben 950 o 900 mililitros. Sucede también con el café, chocolate, embutidos, refrescos, agua purificada entre muchos otros productos. Basta acercarse a los anaqueles de Chedraui, Soriana o alguna otra tienda departamental y ver las etiquetas de los productos para comprobarlo.