Como cada año, el pasado 5 de junio conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha fundamental para recordar los compromisos que los países y sus pueblos han suscrito en materia de preservación y respeto de los recursos naturales hacia la sostenibilidad del mundo, un asunto de primera importancia donde el papel de las mujeres resulta clave.
Una desmesurada actividad económica agresiva con el medio ambiente en décadas ha causado enormes pérdidas de la biodiversidad mundial, así como de grandes extensiones de bosques; la contaminación de ríos y océanos, ciudades con baja calidad del aire, y por supuesto el calentamiento global. De seguir la tendencia, se pondrían en riesgo las cadenas alimentarias y de salud, y por tanto el futuro de la humanidad.
De acuerdo con especialistas, garantizar el acceso de las mujeres a los recursos naturales y a la toma de decisiones sobre éstos, actualmente es considerada una de las acciones más efectivas para el tratamiento del calentamiento global, y a continuación les diré el por qué. Según el proyecto Drawdown 2020: Soluciones climáticas para una nueva década, promover la educación de las niñas y garantizar los derechos de las mujeres, representan dos importantes estrategias para revertir el cambio climático, ya que está comprobado que cuando se invierte en la educación de las niñas, ellas viven más saludables siendo capaces de tomar mejores decisiones, como el postergar el matrimonio y tener maternidades más responsables que dejen una menor huella ambiental.
Además, las mujeres sufren más las consecuencias del deterioro medioambiental y la escasez de recursos; por ejemplo, son ellas las mayores usuarias del agua a nivel mundial, ya que, producto de la desequilibrada división sexual del trabajo, jugamos un rol central en las tareas de cuidados de la familia, como la preparación de alimentos y labores de limpieza, en consecuencia, ellas están dispuestas a caminar largas distancias para abastecer agua a la familia. Paradójicamente, tales actividades son consideradas oportunidades para aplicar prácticas resilientes ante el cambio climático.
No sorprende que las mujeres sean mayoría en los movimientos ambientalistas y en la defensa de los animales. Particularmente las mujeres indígenas en sus comunidades se han vuelto férreas defensoras de las tierras y de los recursos naturales. Con valentía han enfrentado gobiernos, intereses económicos trasnacionales y presiones caciquiles, poniendo en riesgo su integridad y su vida, a pesar de enfrentar doble y triple discriminación, por su condición de género, étnica y socioeconómica, lo que ha dificultado su acceso a la justicia,
De ahí lo interesante que resulta el encuentro entre el feminismo y la ecología que Alicia Puleo ha definido como Ecofeminismo; el cual hace viable que las mujeres puedan marcar la diferencia, tal como lo menciona la ONU, en metas como la protección de ecosistemas frágiles, la capacidad de las familias para sobrevivir a los desastres naturales, así como la gestión justa, eficiente y sostenible de los recursos naturales.
En su libro “Ecofeminismo para un futuro posible”, Puleo sostiene que actualmente no es posible pensar en estrategias ecologistas exitosas, sin perspectiva de género, y plantea una crítica contundente al neoliberalismo, su responsabilidad en la destrucción del planeta y la feminización de la pobreza.
Que sirva pues la fecha, para recordar la lucha de grandes mujeres que dejaron su vida por esta causa, como la activista hondureña Bertha Cáceres, asesinada en 2016 por oponerse a un cuestionado proyecto hidroeléctrico, campaña que incluso le había valido la obtención del Premio Goldman; y como Estelina López Gómez defensora del derecho a la tierra en Chiapas, asesinada por paramilitares el año pasado. La misma Greta Thunberg, a pesar de ser una “niña primermundista” no ha estado exenta de ataques, burlas misóginas y de encarnizadas críticas, empezando por la abierta antipatía que le ha expresado el Presidente Trump.
No olvidemos sus nombres, ni su legado. Ellas, las activistas medioambientales, han sido las valientes Guardianas de la Tierra, y no pueden seguir luchando desde la soledad del anonimato por defender lo que es patrimonio de todas y todos.