Hoy hace nueve días dejó este mundo Angélica Avilés Álvarez, tras lo que Oaxaca se vistió de luto al perder a una mujer solidaria y sorora, a una madre amorosa, a una líder que dejaba huella por el suelo que pisaba; a la compañera comprometida y trabajadora; a una mujer de convicciones que fue deconstruyéndose y aprendiendo las herramientas del feminismo y hasta sus últimos días trabajó porque la igualdad fuera una realidad para las oaxaqueñas de todo el estado. Hoy hace nueve días, a causa de ese virus que ha arrebatado tantas otras vidas, Oaxaca perdió a una de sus hijas ejemplares y muchas personas nos quedamos sin una gran amiga que dejó luz y alegría en los corazones que tocó.
Su trayectoria profesional comenzó siendo muy joven. Se abrió paso con base en esfuerzo, de su alto sentido de responsabilidad, pero sobre todo con un carisma y una personalidad arrebatadora, que le hacía sencillo tejer redes. Mujer de risa fácil y de una gran sabiduría innata, sin importar el rango que ocupara, se distinguía por entusiasmo para cumplir metas y, sobre todo, su pasión por trabajar con las mujeres de las comunidades indígenas.
Recuerdo el gran cariño que le guardaba a doña Gloria Altamirano, su mentora y entrañable amiga, con quien compartía la sensibilidad social para entender los asuntos políticos, y la calidad humana para entender la vida.
Estos fueron los rasgos que durante su gestión al frente del equipo de la Subsecretaría de Promoción, Participación y Equidad de Género de la Secretaría de las Mujeres de Oaxaca, hicieron posible que en cuatro años de gobierno pudieran nacer 520 Instancias Municipales de las Mujeres, un número inédito desde la creación de esta figura en 2008. Así también, el número de Centros para el Desarrollo de las Mujeres se fue incrementando de 13 a 40, los cuales redistribuimos estratégicamente haciendo un cruce de los 40 municipios con Alerta de Violencia de Género y municipios prioritarios de la estrategia contra la pobreza “E-40”, porque desde la declaratoria de Alerta de Violencia de Género nos dimos a la tarea a que las mujeres víctimas de violencia recibieran atención de primer contacto en municipios que les fueran cercanos, en las ocho regiones del Estado.
Angélica no sólo recorrió caminos de terracería y largas jornadas para alcanzar la meta de que cada municipio contara con una instancia municipal que promoviera la igualdad de derechos en sus comunidades; impulsaba a las mujeres para que defendieran su espacio en las Asambleas Comunitarias e hicieran valer sus derechos políticos. Algunas de esas mujeres hoy ocupan cargos de representación.
Y más allá de todo, a ella le gustaba conocer las comunidades y pueblos y convivir con las personas, para tender puentes. Así fueran autoridades municipales, las titulares de las instancias o cualquier mujer que encontrara a su paso con alguna vendimia, a todo mundo trataba igual. Y las personas le respondían con el mismo corazón abierto. Poco antes de su fallecimiento, recibió el gran honor de recibir el bastón de mando en San Miguel el Grande.
Angélica era una mujer auténtica, siempre la misma, con su sonrisa arrolladora y su gran energía por donde iba. A ella no sólo le interesaba el trabajo, se interesaba en las personas. Con su equipo se moría a raya por cumplir con los compromisos, pero también celebraba cada cumpleaños con el gusto y alegría que lo haría con su propia familia, y también les escuchaba atenta cuando tenían alguna aflicción. Así lideraba Angélica, con la autoridad que le daba su entrega al trabajo, y con el cariño que le ganaba su gran corazón.
Hace nueve días perdimos a esta gran funcionaria, que luego se volvió amiga, y no ha sido fácil afrontar el enorme hueco que dejó, pero nos consuela saber que murió con el amplio reconocimiento social a su trabajo, por parte de compañeras, amigas y amigos por donde quiera, y rodeada del inmenso amor de su enorme familia. A su hijo Ángel, a sus hermanas y hermanos, mi solidaridad y cariño siempre. Descansa en Paz querida Ange, ¡gracias por todo y por tanto!