Nuestro planeta gira alrededor de su eje, diariamente, desde hace millones de años, para presentar sus diferentes áreas al sol, y nosotros los humanos inventamos las horas y los años, es decir; giro de veinticuatro horas y años de trescientos sesenta y cinco días, según el calendario Juliano.
Los pueblos precortesianos, dividían el “mes” en veinte días y el “Siglo” en cincuenta y dos años.
Así las cosas, en la modernidad, hemos cambiado el horario en los llamados de verano y de invierno, con el argumento, entre otros, de ahorrar energía eléctrica buscando horas de más luz.
Estamos en el horario de verano, ya que adelantamos nuestros relojes humanos una hora, y por allá del 21 de diciembre los atrasaremos una hora también; pero resulta que esos sistemas no le gustan al señor Presidente López Obrador, y señalan los medios en la semana que termina, que eliminaremos el horario de verano y regresemos al horario anterior, mediante un decreto que posiblemente dicte este jueves.
De ser cierta la versión, habrá un desbarajuste en nuestros celulares y computadoras, que automáticamente adelantan o retrasan dicha hora en verano e en invierno.
A pesar de esta decisión, el planeta seguirá su giro y en breve, al amanecer, el sol iluminará la pirámide de Ku Kul Kan en Chichen Itza, Yucatán, también llamada “El Castillo” y la Serpiente emplumada de esta pirámide, “Quetzalcóatl”, bajará a la Tierra, en uno de los fenómenos ópticos más extraordinarios y exactos descubiertos por los mayas y toltecas, cuando construyeron esta pirámide.
Yo también soy Pueblo.
Por allí nos encontraremos.