El próximo uno de julio, el señor presidente López Obrador inaugurará “la primera etapa constructiva” de la Refinería Dos Bocas, en Tabasco.
Afirma la secretaria del ramo, Rocío Nahle, que es falso que haya costado el doble del presupuesto planteado en Dos Bocas, como se ha podido leer en los diarios de circulación nacional de nuestro país, dice que la noticia se atribuye a una persona, funcionario de PEMEX, del que no se proporciona su nombre.
En ese orden de ideas, en una entrevista en la televisión nacional, se indica que se procederá a la segunda etapa, que entendí se refiere a las pruebas para conectar los diferentes equipos, que incluyen lo necesario para producir su propia energía eléctrica, lo cual es una magnífica noticia.
No se indicó en que tiempo se producirán los primeros litros de gasolina de esa refinería, ya que pueden ser seis meses, como lo señaló AMLO, un año o más, dada la complejidad del tema, ya que afirmó la señora secretaria, que será totalmente completa la obra, incluido —se entiende— el sistema o tuberías de distribución.
De ser así estaríamos ante la principal obra del sexenio, lo cual deseo mis mejores deseos.
Además de lo anterior, afirmó la entrevistada que ante los costos de tres empresas extranjeras, que no incluían las obras adicionales, se decidió que Dos Bocas fuera construida por técnicos mexicanos.
Esta estupenda serie de afirmaciones, a mi juicio, tienen sólo un defecto: que estamos construyendo un sistema de generación de gasolina, sistema que tiende a desaparecer en el futuro, cuando podíamos usar el dinero empleado en restaurar, mejorar y dar buen mantenimiento a las refinerías mexicanas existentes, con lo cual, unido a la compra de la refinería en Texas —cuestión de enfoque y opinión personal, que conste sin ser quien esto escribe experto en la materia—, daría el mismo resultado que con Dos Bocas…
Yo también soy pueblo.
Por allí nos encontraremos.