Ofelia V. S., conocida en el bajo mundo como “La Serrana”, falleció la madrugada del domingo a los 74 años de edad, con lo que se puso fin a una era en la que se convirtió en una figura legendaria del hampa en Oaxaca. Su muerte deja un vacío en las calles que una vez dominaron sus hábiles manos de carterista.
El cuerpo fue velado en límites de Atzompa y San Pedro Ixtlahuaca, al mediodía de ayer cuando se despidió de su casa en donde vivió durante 74 años, y su cuerpo presente será puesto en reposo en el panteón municipal de la agencia de Donají.
Originaria de La Flavilla, Villa de Zaachila, y vecina durante muchos años de la colonia Volcanes de la capital oaxaqueña, La Serrana construyó su fama al frente de la banda de carteristas más famosa de la región.
Su especialidad, el temido “Dos de Bastos”, consistía en realizar robos en autobuses del transporte urbano, la Central de Abasto y durante los días de plaza en diversas poblaciones del estado.
Durante muchos años, La Serrana fue temida por su habilidad en el arte del robo, además de lograr el respeto y temor por su red de influencias.
La jefa de la banda tejió una compleja red de relaciones con jefes policiacos, comandantes y, sorprendentemente, con algunos reporteros de la sección policiaca que, en su momento, no dudaron en cubrir sus hazañas.
Su habilidad para amadrinar a policías y establecer compadrazgos con figuras clave de la ley le permitió operar con una impunidad que la convirtió en una leyenda en el mundo del crimen.
El impacto de La Serrana no se limitó únicamente a su habilidad en el crimen. Su influencia se extendió a la política local, donde mantenía relaciones con políticos de renombre, un detalle que añadía respeto a su reputación.
Su muerte se debió debido a un mal cuidado de su enfermedad patológica, que ocurrió en la madrugada del domingo, causó conmoción entre aquellos que conocieron su vida en las sombras. Su cuerpo es velado en una vivienda en Santa María Atzompa, donde amigos, conocidos y antiguos cómplices se reúnen para rendirle homenaje.
Con la muerte de doña Ofelia, el capítulo de su leyenda llegó a su fin. Deja una historia de maestría en el crimen y una red de conexiones en las que figuró el hampa en Oaxaca durante décadas.