El sueño es una necesidad fisiológica que impacta directamente en el cuerpo. Dormir lo suficiente impacta la salud en personas de todas las edades, pero específicamente en los niños y niñas, en quienes tiene una repercusión de gran trascendencia.
Especialistas como Johns Hopkins, indican que una cantidad saludable de sueño es vital para la “plasticidad cerebral” o la capacidad del cerebro para adaptarse a un nuevo aprendizaje.
En torno a este tema, el Instituto Nacional de Salud de EE. UU. revela que, durante las horas de sueño, los cerebros en desarrollo no solo descansan, sino que llevan a cabo procesos cruciales para su crecimiento y bienestar.
La conexión entre un sueño adecuado y un cerebro saludable es esencial, destacando la importancia de establecer rutinas de sueño desde temprana edad.
RECOMENDACIONES DE SUEÑO POR EDAD
Según el Instituto de Salud para el Bienestar de México, las horas de sueño recomendadas son:
Recién nacidos: 18 horas
Niños: 10-12 horas
Adolescentes: 8-9 horas
Adultos: 7-8 horas
Estas cifras se cumplen pocas veces en los infantes, quienes llegan a dormir menos de lo recomendado, lo que puede afectar su desarrollo cognitivo, y eso lo confirma la investigación de la longitudinal sobre los efectos de la duración del sueño en adolescentes.
Los hallazgos indican que aquellos que no duermen lo suficiente presentan mayores niveles de depresión y problemas cognitivos.
TIPS PARA MEJORAR HÁBITOS DE SUEÑO
Para ayudar a los niños a dormir mejor, el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia de México propone:
Crear un ambiente propicio: Reserve la cama solo para dormir y establezca un ambiente tranquilo y oscuro.
Establecer rutinas: Siga una rutina consistente antes de dormir, como leer un cuento o cantar una canción.
Limitar siestas: Restrinja las siestas a un máximo de 2.5 horas, dependiendo de la edad.
Reducir estimulantes: Evite bebidas con cafeína o azúcares antes de acostarse.
Utilizar objetos reconfortantes: Permita que el niño use un peluche o un objeto especial que asocie con el momento de dormir.
El papel de los padres es crucial en este proceso. Al transmitir seguridad y establecer hábitos consistentes, los niños aprenderán gradualmente a conciliar el sueño de manera independiente.
Establecer buenos hábitos de sueño no solo mejora el descanso, sino que también potencia el desarrollo cognitivo y emocional, asegurando un crecimiento saludable y feliz.