El cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu muestra su mirada íntima y profunda sobre los inmigrantes indocumentados en “Carne y arena”, una obra de realidad virtual que, tras su paso por Cannes, se exhibe en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles (LACMA).
La experiencia comienza mucho antes de llegar al LACMA. Los boletos de ingreso se agotaron prácticamente desde la apertura de la exhibición y los interesados tienen que insistir por semanas para lograr ponerse, por unos 20 minutos, en los pies de un inmigrante.
Ya en el museo, quienes se preparan para ingresar comentan sobre la ansiedad de la espera, un sentimiento que se prolongará varios minutos después de ingresar por una puerta que da acceso a un cuarto helado donde el público tiene que quitarse los zapatos y sentir el frío que cala hasta los huesos.
Como en la mayoría de sus filmes, en “Carne y arena (Virtually present, Physically Invisible)” González Iñárritu abre el camino para que sus espectadores vivan una experiencia personal y reflexiva sobre el tema que propone.
En el cuarto frío que se asemeja a una de las celdas de los centros de detención de inmigración conocidas como “hieleras” comienza el proceso reflexivo.
La desnudez de los pies de los asistentes contrasta con las decenas de zapatos que están regados por el piso. Son zapatos que pertenecen a inmigrantes que pasaron por el desierto de Sonora, en Arizona.