La cifra de los fallecimientos causados por el terremoto de mayor magnitud vivido en México en casi un siglo se elevó a 90 el domingo, mientras los habitantes de Juchitán de Zaragoza —una ciudad del estado de Oaxaca que fue devastada— lloraron a sus muertos y los rescatistas comenzaron a evaluar los daños en las aldeas circundantes.
Oaxaca fue la región más afectada, con 71 muertos, dijo Agueda Robles, portavoz de la agencia estatal de protección civil. Las autoridades informaron que 15 personas murieron en Chiapas, donde fue el epicentro y ubicado al sudeste de Oaxaca, además de cuatro muertes más que se registraron en Tabasco.
Más de dos días después del terremoto, las violentas réplicas seguían sacudiendo a Juchitán. La gente pasó una segunda noche durmiendo en las calles, en las aceras derruidas, en los patios o agrupándose en canchas de baloncesto y estacionamientos.
El gobierno federal declaró tres días de duelo y Alejandro Murat, el gobernador de Oaxaca, dijo que las celebraciones del Día de la Independencia de México –la noche del 15 de septiembre– serán suspendidas en el estado.
Uno de los fallecidos fue Juan Jiménez, un policía municipal que resultó tapiado cuando se derrumbó la mitad del palacio municipal de Juchitán. El viernes, los habitantes se habían mantenido en vilo mientras los rescatistas hurgaban entre los escombros, hasta que el sábado fueron encontrados los restos de Jiménez.
Docenas de familiares y amigos llenaron el patio de su casa para presentarle sus respetos a su esposa Irma y a los tres hijos de la pareja.
“Diosito lo necesitaba”, dijo Wilhelm, de 12 años, el más joven de los tres hijos, mientras sacudía el polvo de la manta azul marino que cubría el ataúd de su padre. “Creo que mi abuelo también quería tenerlo cerca”, dijo.
“Por eso se murió mi papá”, indicó el niño.