Las notas de “Mujer oaxaqueña”, que entre otros la define como abnegada, fueron para algunos un motivo de aplausos, de corear las estrofas frente a una catedral que mantiene las huellas de la protesta del 8 de marzo.
Otras personas se animaron a bailar con el “Jarabe del Valle” mientras el grupo folclórico de Chinas Oaxaqueñas de Casilda ondeaba sus faldas en el escenario o llevaba la marmota y los faroles de un lado a otro para deleite de locales y turistas.
Ya no es como antes el lunes del cerro, pero todavía existen las calendas, las posaditas, de lo más hermoso que puede tener Oaxaca”, cuenta Ana María Gómez, vecina del barrio del Peñasco sobre la ciudad en que nació hace 65 años.
La fresca mañana y los rayos que pronto empezaron a quemar los rostros de quienes parecían haber olvidado la pandemia, y que ahora se sumaron a la celebración del 491 aniversario de la ciudad de Oaxaca con este rango, concedido en 1532 por la corona española a la entonces Villa de Antequera.
Frente al escenario, los funcionarios; a su costado, parte del público de todas las edades. Quienes iban de paso rumbo a su trabajo se detuvieron un instante para escuchar las mañanitas, a la Banda de Música del Estado, al tenor Luis Adrián, al Coro de la Ciudad o para ver bailar a las Chinas Oaxaqueñas y al grupo Ángeles de Luz.
El tráfico fue detenido en varias calles alrededor del primer cuadro de la capital, donde cientos degustaron de un tamal de dulce en hoja de totomoxtle y un atole servido en tazas de plástico.
Con la crisis de la basura, se dejó de lado a los platos de unicel para sustituirlos con papel. Aunque no faltaron las regidoras y regidores que ocuparon cucharas desechables para comer lo que otros tomaron con sus manos.
¡Es que estamos repartiendo atole y la gente no tiene tamales!” El reparto de tamales se adelantó varios minutos, pero el personal del ayuntamiento ya pasaba por problemas mientras las filas de comensales crecían hacia la avenida de La Independencia o el Zócalo.
La asistencia fue mayor que en 2022, cuando se reanudaron los festejos en medio de la pandemia, quizá por eso los tamales y el atole se acabaron pronto. Decenas quedaron con el antojo.
Como ciudad educadora que somos evitemos dejar basura”, “devuelvan las tazas”, eran los exhortos desde las bocinas al público, ante el temor de que las tomaran como “recuerdo” del aniversario y tras la experiencia vivida con la inauguración del jardín Madero, cuando varios asistentes optaron por llevarse los platos y vasos, incluso si ya estaban guardados.
“¿No vienen rotuladas las tacitas?” Las bromas no se hicieron esperar ante el llamado, como tampoco los gritos y reproches al propietario de un drone que se negaba a bajarlo para permitir una mejor vista del espectáculo aéreo. Incluso tuvo que ingresar la policía para buscarlo, pero sin éxito.
De las mañanitas y la tamaliza o la inauguración de la rehabilitación de la Alameda se dio paso al espectáculo aéreo, para verlo desde la Alameda, algún otro punto de la ciudad o desde una privilegiada terraza de un restaurante del portal de las Flores. A diferencia de 2022, cuando fueron seis los aviones que surcaron el cielo, ahora fueron tres, pero sin el rastro de humo que tuvieron aquellos.
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— El Imparcial de Oaxaca (@ImparcialOaxaca) April 25, 2023