A sus 64 años de edad, Maricela Aguilar Robles lleva casi toda su vida entre los hilos, las telas y las máquinas de coser. Desde su casa y taller en la Villa de Zaachila, el oficio de costurera le ha valido varios reconocimientos, especialmente por su labor en la preservación de la indumentaria de la danza de la Pluma.
Maricela aprendió el oficio de su abuela paterna, Altagracia Pacheco Vásquez. “Ella hacía los calzones originales, antiguos, de Zaachila”, cuenta la también originaria de este municipio del valle central de Oaxaca y quien por 35 años se ha especializado en la indumentaria tradicional de la danza.
Parte de estas prendas, el calzón y la camisa de manta fueron hasta 1920, aproximadamente, la vestimenta tradicional del zaachileño. Pero los cambios en las sociedades, la introducción de nuevas prendas y modas hicieron que se perdiera. Ahora solamente se pueden ver como parte del traje del danzante de la Pluma, que se practica en este pueblo y otros más del valle central.
Aguilar ha visto cómo esta indumentaria también ha sufrido cambios para su presentación en el ahora auditorio Guelaguetza de la ciudad de Oaxaca, donde cada año, desde hace varias décadas, se efectúan los espectáculos del Lunes del Cerro. En medio de esos cambios, ella ha tratado de mantener lo más auténtico u original posible la indumentaria, aunque se adapta a las peticiones de los grupos.
El traje del danzante de la Pluma se compone de: un calzón y una camisa de manta, dos tubos de tela litúrgica (en colores blanco, morado y rojo) adornados con flecos de oropel, una blusa de terciopelo en colores varios y en la que va representado un corazón, dos mascadas que se colocan en los puños (el lugar depende de la población), un mandil o delantal y una capa.
A estas prendas se suman las coronas de pluma (comúnmente conocidas como penachos) y manillas, pero que elaboran otros artesanos. Un traje del danzante puede costar en promedio 4 mil 500 pesos, detalla Maricela, aparte la corona y otros elementos.
En el caso de las mujeres, cuyos personajes son la “Malinche”, se trata de un vestido de terciopelo y adornos de oropel; y Cihualpilli, su traje es de manta con diferentes aplicaciones hechas a mano.
En esta danza hay varios personajes: el principal es Moctezuma, a él le siguen dos teotiles, dos capitanes (primero y segundo), otros dos capitanes de puerta (conocidos como vasallos), la Malinche y Cihualpilli. Hace varias décadas también había otros personajes de menor rango conocidos como soldaditos.
Maricela se ha especializado en la vestimenta de esta danza, tanto la que usan las y los danzantes, aunque también ha elaborado las enaguas que hasta hace un siglo usaron las zaachileñas u otras prendas. “Pero cuando empezó el apogeo de la danza de la Pluma ya no me doy abasto”, explica sobre esta danza que aunque se sigue practicando en las festividades religiosas, ha llegado en varias ocasiones al auditorio Guelaguetza. Esto como parte del Lunes del Cerro y su octava.
Así como la difusión de esta danza y los cambios de la vestimenta, la costurera cuestiona el que al Lunes del Cerro (representación de los bailes) se le llame guelaguetza, pues esto último es una práctica de ayuda mutua en las comunidades. En el caso de Zaachila, que también hace una fiesta similar, se le conoce como Lani Roo Xten Daan Zaadxil (fiesta grande del cerro en Zaachila).
Las prendas y su significado
Maricela explica que la vestimenta de la danza de la pluma encierra varios significados, de ahí sus colores y formas que finalmente muestran el sincretismo o mezcla de lo prehispánico con lo español. Por ejemplo, “las prendas de manta representan la pureza de nuestra raza indígena; el terciopelo y las telas litúrgicas son las que los españoles nos trajeron cuando llegaron a evangelizar nuestra tierra”.
En el caso de los tubos que se colocan sobre el calzón, “el rojo representa nuestra raza morena; el blanco, a la blanca, y el morado a la negra (afromexicana). Es como un homenaje a cada una de esas razas que vinieron a mezclarse con la evangelización, la conquista”.
Sin embargo, en los últimos años, los colores de los tubos o el diseño de los corazones en las blusas han cambiado un poco. Pero Maricela remarca que los originales son los que ella trata de mantener. Así como esto, la diversidad de los grupos de danza ha hecho que en la indumentaria se agreguen grecas u otras formas.