El pasado 15 de agosto se celebró el día Nacional del cine mexicano y es por esto que en esta ocasión hablaremos de la que muchos consideran una de las mejores películas en la historia de la cinematografía nacional: Macario.
Esta cinta protagonizada por Ignacio López Tarso, para sorpresa de muchos está basada en una historia escrita por Bruno Traven, un novelista alemán que quedó fascinado con la cultura mexicana y decidió plasmarla en una obra literaria.
En 1959 fue llevada al cine por el director mexicano Roberto Gavaldón, y se convirtió en la primera película mexicana en ser nominada para el Premio Oscar a la Mejor Película Extranjera.
Con una actuación magistral de López Tarso y Pina Pellicer como su esposa, en Macario se retrata el folclor mexicano por medio de una de las festividades más importantes de México: el día de muertos, pero también retrata la pobreza que muchas familias vivían en el México de antaño.
Debido a esta marginación, Macario se obsesiona con el día en que pueda comerse un pavo sin compartirlo con nadie, Felipa al ver la impotencia y la furia en el deseo de su marido sin pensarlo se roba un guajolote de la casa de una de sus patronas y lo cocina para Macario.
Con la firme intención de cumplir su deseo, Macario corre al monte para esconderse de sus hijos y comer el pavo, pero en el camino se encuentra con tres enigmáticos personajes que le piden una parte de su comida: el diablo, dios y la muerte, finalmente Macario elige a uno de estos para compartir el pavo y como pago recibe el don de curar a los enfermos.
Muchos ya sabemos en que termina esta historia, pues es prácticamente imposible conocer a un mexicano que no haya visto esta película.
Finalmente Macario es una especie de fábula que incorpora, misterio, suspenso y drama para dejarnos una moraleja que nos dice que la avaricia y el egoísmo no son buenos y que nadie en este mundo se puede librar de la muerte.