México ha registrado más 40 mil muertes por COVID-19, superando el último pronóstico del Dr. Hugo López-Gatell, quien había mencionado el 4 de junio, ante la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, que las defunciones por el nuevo coronavirus podrían ser de hasta 35 mil. Más allá de que haya un subregistro de muertes por COVID-19, como ocurre en todos los países del mundo, y que se debe tomar en cuenta el tamaño de la población de nuestro país, cada vida perdida ha sido una tragedia para las familias y la nación.
Los elevados números de contagios y defunciones que registra el país por el nuevo coronavirus, se deben más por lo que se dejó de hacer en las décadas anteriores que por las acciones que tomó o pudo tomar gobierno federal durante la contingencia. La falta de acceso a derechos sociales (educación, salud, seguridad social, alimentación, vivienda, entre otros), la baja calidad de los bienes o servicios dirigidos a cubrir estos derechos, la injerencia del poder económico en la vida pública del país, y demás, explican que México haya sido tan afectado por la pandemia de COVID-19.
Después de concluir la Jornada de Sana Distancia, la cual estuvo vigente entre el 23 de marzo y el 30 de mayo, logrando desmovilizar a un gran número de la población, inició una etapa que requiere mayor conciencia y responsabilidad de la ciudadanía. Mantenerse en casa el mayor tiempo posible, guardar la sana distancia, usar cubrebocas y lavarse las manos constantemente, son elementos que pueden marcar una diferencia en las cifras que día a día vemos en las noticias. Estas acciones son determinantes para que otras familias, incluso la nuestra, no enfrenten complicaciones o la muerte por COVID-19.
En la historia del país encontramos muestras de la voluntad, responsabilidad y solidaridad de la ciudadanía ante la catástrofe. Seguramente la primera imagen que se viene a la cabeza es el apoyo de miles de mexicanas y mexicanos después del terremoto del 19 de septiembre de 1985, el cual causó por lo menos 20 mil muertes y afectó 2,831 inmuebles, según el Centro de Instrumentación de Registro Sísmico A. C.
En 2017, una vez más las y los mexicanos dieron muestra de su solidaridad frente a la devastación de los sismos de septiembre. Hubo quienes apoyaron removiendo escombros, otros donaron alimentos para quienes fueron afectados o se encontraban realizando labores de rescate, otros tantos realizaron transferencias monetarias, etc., en fin, cada quien aportó en la medida de sus posibilidades, y las imágenes de cada una de estas acciones nos recuerdan lo asombroso que puede ser cuando todos nos unimos.
La coyuntura actual no nos exige movilizarnos para atender el desastre, al contrario, nos solicita evitar la convivencia directa con lo demás. Por más cansado o estresante que sean estos días, recordemos que en momentos muy críticos hemos podido levantarnos gracias a la solidaridad de los demás, esta vez nos toca seguir las recomendaciones de las autoridades: quedarnos en casa, guardar la sana distancia, usar cubrebocas y lavarnos constantemente las manos.
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