¿En verdad lo creerá? ¿No habrá temas más importantes a tratar en la agenda legislativa? El diputado Horacio Sosa Villavicencio, ¡exacto!, el de Comuna, el que le hizo la vida de cuadritos a Morena, para después agachar la cabeza, propuso un punto de acuerdo para impedir que avionetas inhiban la lluvia que ha dejado de caer en la región Mixteca. Se hizo eco de acusaciones que él mismo desvirtuó, “no hay pruebas” dijo.
Resulta que, a pesar de los más recientes huracanes, la lluvia no llega a esa parte de nuestro estado; en Huajuapan de León ya han organizado procesiones, sacado a los santos patrones para que atraigan la lluvia. Y nada.
Incluso, desde el año pasado campesinos habían acusado a avicultores de impulsar esta práctica para no afectar las granjas avícolas. Nada han probado y los productores de inmediato se deslindaron.
Apenas la semana pasada el presidente municipal de Huajuapan de León, Luis de León Martínez Sánchez, dio a conocer que presentará una solicitud al Comandante Regional de Aviación Civil en el Estado de Oaxaca para que investigue una posible inhibición de lluvias por presunto bombardeo del espacio aéreo de Huajuapan y en zonas aledañas.
Pobladores de las agencias de Santa María Xochixtlapilco, Vista Hermosa, Rancho Tabaco y Llano Grande, “han detectado” que a muy tempranas horas y durante la tarde, se han visto avionetas por encima de las nubes. Y, entonces, las culpan de falta de lluvias.
Alguien debe de tener la culpa y ese, al parecer, no es el cambio climático, la deforestación, la tala inmoderada o todos juntos.
Extraemos un pequeño texto publicado hace años en EL PAÍS SEMANAL. Pero este para generar lluvias. En Vietnam, para acerar las lluvias y borrar las huellas se creó el proyecto Popeye. Se realizaron 2.602 vuelos y 47.409 descargas de yoduro de plata. El coste fue de más de 20 millones de dólares de la época, y el resultado, tan pírrico que era dudoso que el Vietcong se hubiera percatado de que llovía un poquito más.
Puntualmente se han seguido utilizando estas técnicas, como cuando la URSS trató de impedir que las nubes cargadas de radiactividad de Chernóbil llegaran a Moscú, o cuando China sembró nubes para que la lluvia no desluciera la inauguración de los Juegos Olímpicos de 2008. Sin embargo, el coste es altísimo y los resultados ridículos. Entonces, inhibir la lluvia debería ser más difícil. Imagine contener un huracán o un simple chipi, chipi.
“Por tanto, ante la falta de lluvia no culpen a las avionetas, sino al clima o, sin son creyentes, al santo patrón de la localidad”, concluye el texto.
¿Y el SARS-CoV-2 señora secretaria?
La secretaria de Salud, Virginia Sánchez Ríos, tendrá que explicar por qué no hubo pronunciamiento de la dependencia que encabeza ante ya innegable presencia y afectaciones por la quinta ola de contagios de Covid-19, una vez que el estado llegue al pico y este ponga en aprietos de saturación en los principales hospitales del estado.
Ojalá que la entidad no llegue a las cifras que alcanzó la cuarta ola y no se perciba nuevamente decenas de hospitalizados, porque sería lamentable evidenciar que las autoridades prefirieron las fiestas, el negocio y el dinero para sacrificar a los más vulnerables por no querer frenar a tiempo este aumento.
En varias ocasiones la secretaria de salud se ha negado a ofrecer entrevistas no solo sobre el desvío de recursos en esta institución y los problemas que le heredaron los extitulares, sino también de la situación de la Covid-19 que sigue generando decesos.
Sánchez Ríos se limita a aparecer en actividades donde estén los medios de comunicación, a quienes pone mil pretextos para no brindar declaraciones, cuidando en no contradecir al mandatario estatal, Alejandro Murat Hinojosa ni al exsecretario de salud, Juan Carlos Márquez Heine, de quien se dice que todavía es la “mano que mece la cuna” en la dependencia.
Esperemos que el estado no pague caro la falta de liderazgo de Sánchez Ríos y su negativa para reconocer que estamos en una curva peligrosa de contagios, pese a todo y vacunas que se han aplicado.