Quizá es la primera vez que el gobierno federal y su comparsa, el gobierno estatal, reconocen la existencia franca y llana de grupos “sociales” de presión que se mueven estrictamente por intereses monetarios “avalados” por demandas sociales. De las primeras ocasiones en que se sabe, por boca oficial o de un funcionario, que esos grupos exigen componendas monetarias y, si es así, es porque en alguna o algunas ocasiones esa era (o es) la manera de “atender-resolver” sus demandas.
El viernes pasado, luego de más de 60 días de bloqueos, la Policía Estatal, la Guardia Nacional y la Secretaría de Marina (esta última encargada de la vigilancia de la zona), realizaron un desalojo violento del campamento que integrantes de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (UCIZONI) mantenían en torno a las obras del ferrocarril del Istmo de Tehuantepec, los protagonistas eran indígenas mixes presuntamente afectados por los trabajos de esa obra estrella del gobierno federal. La obra estaba detenida y su terminación es asunto de estado dado que es impulsada, vigilada y seguida directamente desde Palacio Nacional.
Este desalojo violento ya ha generado reprobación de organizaciones sociales como el MULT, MULTI y la propia UCIZONI la cual denunció la detención de María Magdalena Martínez Isabel, Fernando Hernández Gómez, Adela Severo Teodoro, Esperanza Martínez Isabel, Elizabeth Martínez Isabel y Eliodoro Martínez Isabel, integrantes de la UCIZONI.
Cuestionado en La Mañanera del asunto, Andrés Manuel López Obrador afinó la puntería y desató una andanada de acusaciones sobre el hecho: “un grupo de seudolíderes quiso sacar raja para obtener 50 millones de pesos para evitar promover acciones contra el Corredor Transístmico. “La agrupación, dijo AMLO” llegó “a bajar sus pretensiones a 30 millones de pesos” y, seguramente aplicando el adagio “de lo perdido, lo que aparezca” al final aceptaban 5 millones de pesos cuando veían todo perdido; no recibieron ni eso, según versión presidencial sobre la cual no tenemos elementos de duda.
Esto sirvió para que el tabasqueño se diera baños de pureza al indicar que cuando realizaban las movilizaciones y protestas no lo movían el afán del dinero. En el pasado, afirmó, líderes y organizaciones se malacostumbraron. Hay quienes quieren sacar raja, seudolíderes, así como seudoambientalistas o líderes nylon, muy corruptos, que levantan un movimiento”.
Este calificativo no ha sido la primera vez que está en boca presidencial. En 2017 el Frente Amplio de Productores Agrícolas y Ganaderos del Istmo disputaban la repartición de recursos que serían liberados por la entonces SEDAFPA y demandaban entregar el dinero a los campesinos de a pie, de carreta, “a ellos porque los otros son campesinos de camionetas, campesinos nylon”, porque sus demandas, exigencias y manifestaciones “son ajustables”.
La frase le vino “como anillo al dedo” al inquilino de Palacio Nacional y enfiló sus baterías contra líderes de El Barzón, en julio de 2019 por bloqueos carreteros en Durango. Cuando la perra es brava, hasta a los de casa muerte y el presidente también calificó de nylon a los dirigentes del CNTE, que impidieron el acceso a AMLO a la zona militar de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, en agosto de 2021 e, incluso, los comparó con los archienemigos, los militantes del derechista FRENA.
Son “Líderes nylon y huizacheros, los que rechazan Tren Maya”, habría dicho en octubre de 2021 ante la andanada de protestas por el ecocidio desatado por el gobierno de la 4T en plena selva maya para cumplir con los deseos presidenciales y, más recientemente, al dar espaldarazo a Salomón Jara por el desalojo de triquis de Palacio de Gobierno, en diciembre del año pasado.
Al respecto señaló: “Los hermanos triquis desalojados en la ciudad de Oaxaca han rechazado todas las soluciones…el tiempo también del periodo neoliberal dejó un legado nefasto “organizaciones sociales supuestamente independientes, las autoproclamadas de la sociedad civil, las no gubernamentales, y se llevaban cada año muchísimo presupuesto, y quedaba el dinero arriba en estos ‘líderes nylon”.
Ayer mismo, el secretario de Gobierno de Salomón Jara, Jesús Romero López, se mordió la lengua al señalar que “La lucha social no puede ser pervertida para beneficiar intereses de unas cuantas personas, sino que debe ser para un reclamo de justicia a favor de la colectividad”, quizá ya se le olvidó su etapa de líder nylon, ajustable a sus demandas, o negociador con “apoyos”; ahora está del otro lado.
Es clara la aceptación social para que concluyan estos bloqueos, para impedir que se unte la mano a organizaciones y líderes nylon con dinero público producto de nuestros impuestos, pero que la acción sea sin miramientos, no selectiva y se reduzca solo a satisfacer los deseos de liberar y acelerar obras por deseo u orden del inquilino de Palacio Nacional, sino que esto se extienda a cualquier movilización que impida el libre tránsito y ponga en jaque a la productividad, sin estigmatizar ni satanizar la protesta social y, sobre todo, como dicen ahora los político, “socializando” cada acción a tomar.
De esta manera se frenaría lo que se señaló alguna vez en una mañanera: “Eso sí, sus camionetas último modelo, sus tejanos, galanes, líderes nylon, eso se terminó, cero corrupción”, a ver si cumplen a nivel federal y, sobre todo aquí, en Oaxaca.
¡Qué cumplan!