Las elecciones del Estado de México y Coahuila generaron varias lecciones que los políticos oaxaqueños, de izquierda, si quieren crecer y mantenerse en el poder, de derecha, si desean dar una batalla, por mínima que ésta sea, el PRI, si en verdad planea salir del estado de coma y no morir sin intentarlo y los bonsai para mantener viva la franquicia, no deben desaprovechar y analizar de manera crítica.
Primera lección: el camino mostrado es por la ruta del impulso y apoyo de un candidato ciudadano. Los votantes están cansados de los partidos políticos. La marca Morena está sobrevalorada, sobre todo si nuestro criterio electorero se basa en encuestas. En el Estado de México daban a Delfina una ventaja mucho mayor que los 8 puntos porcentuales, importantes, claro, para imponer el triunfo, pero muy lejos para que el PRI pudiera defender su bastión.
Culparon al gobernador, Alfredo del Mazo, de entregar la plaza. El mismo argumento aquí el año pasado con Alejandro Murat, pero tanto los tricolores mexiquenses como los oaxaqueños al día de hoy no se han cuestionado qué dejaron de hacer, porqué se permitió el entreguismo o es que ¿muchos de ellos ya tenían las maletas preparadas para cambiar de color?
Solo recordemos la traición, deslealtad de “priistas distinguidos” como Mariana Benítez o Eviel Pérez Magaña que, sin mayor recato tocan las puertas de Palacio de Gobierno o el Ayuntamiento de la Ciudad de México suplicando una cita de dos, tres o cuatro míseros minutos.
Otra inferencia es que el camino es ciudadano: qué pasará cuando la figura concentradora de López Obrador desaparezca del mapa electoral. ¿Cuántos políticos, corcholatas, gobernadores, alcaldes, quedarán en la orfandad?, pues deben su puesto al Efecto AMLO y no a sus capacidades.
Desaparecerán las Mañaneras convertidas en frente de batalla, de medias verdades o la agenda política que todos toman como referencia. ¿Se olvidará la metamorfosis? La muletilla del “nooo…con nosotros noooo…no lo vamos a permitir”, los políticos tendrán que conformar su propio discurso.
Los ciudadanos se “acostumbrarán” a las dádivas y, así como voltearon bandera al PRI corrupto, así podrían descubrir la corrupción del nuevo PRI vestido de Morena. En Oaxaca ya tenemos ejemplo de ello y apenas se cumple medio año de administración y 5 años de administración municipal.
Con todo y el “voto duro” el PRI perdió la joya de la corona. En Oaxaca la votación por Morena el año pasado fue menor que llevando a López Obrador en la boleta en las presidenciales de 2018. En Oaxaca Morena habría llegado a su “techo electoral”, vendría el declive. Hoy AMLO es Morena y Morena le debe todo al presidente. ¿Qué sucederá cuando el tabasqueño se mude a su rancho, como prometió?
Una tercera lección, y esta para los ciudadanos. El día de hoy es indudable que la Presidencia de la República 2024 se define en Morena, no en las urnas el próximo año. No hay oposición, a menos de un año de la elección, no solo se carece de un candidato de unidad contra el oficialismo, tampoco se perfila una figura que pudiera pisar la sombra a cualquiera de las corcholatas morenistas; bueno, ni siquiera la del oscuro secretario de Gobernación, Adán Adolfo López.
López Obrador no se duerme en sus laureles. No terminaban de festinar el triunfo de Delfina cuando, en un golpe maestro, reúne a las corcholatas en una cena de “celebración”, retoma el discurso, fija agenda y ve para adelante. ¿Y la oposición? Pues en Oaxaca nadie ha dicho “esta boca es mía respecto a resultados de la elección de hace tres días. Solo Perla Woolrich lejos de ver una derrota en el Estado de México advierte una oportunidad para reposicionarse de cara al proceso electoral del 2024 y dar la pelea por la presidencia de la República. ¿En serio?
La “estrategia” es no tener estrategia. Están a la espera de pepenar a los disidentes e inconformes de Morena con las candidaturas, que seguramente las habrá dadas las ambiciones personales de quienes conforman ese partido, pero eso no será suficiente dado que hoy todo lo que no huela a morenismo, apesta, corrompe y hay que alejarse de ello ¿verdad priistas?
La siguiente lección se desprende de Coahuila, parafraseando al columnista de EL PAÍS, Salvador Camarena, la división es kriptonita para el partido en el gobierno. Morena culpó al PT (Cara Sucia incluido) de parte de la derrota. La lección para el PRI ahí fue haber seleccionado a un buen candidato, fuerte y, sobre todo, arroparlo. Lo que dejó de hacer Morena (con un oscuro, cuestionado candidato, un Armando Guadiana sin carisma) tuvo sin cuidado al tricolor.
Hoy hay pavor en la oposición, tienen miedo de enfrentar al sistema, de hacer frente al caudillo; no eligen al candidato porque “sería golpeado” por el presidente, pues, parafraseando a otro analista “pues ¿es que en la oposición todos tienen un muerto en el clóset?”. Y claro, eso permite al presidente amenazar, chantajear, empujar como lo hizo al blandir la amenaza contra Enrique Peña Nieto, figura del grupo Atlacomulco y primo tercero del gobernador Alfredo del Mazo.
El priismo, la alianza opositora sufrió una dolorosa derrota de la que difícilmente se recuperaría, al menos no en 2024. Carecen de candidato, ya no digamos fuerte, de “cualquier” candidato. La 4T no se duerme en sus laureles y va pasos, años por delante. Las fisuras, inconformidad en Morena podrían darle una oportunidad a la oposición. El discurso anti -AMLO no les ha servido, no servirá, cachar a los inconformes no será suficiente.
Algo tienen que hacer, y pronto, sino la sucesión, invariablemente, se definirá en Palacio Nacional, no en las urnas.