El asunto deportivo no es, propiamente, tema para una columna como pretende establecer en Barataria; sin embargo, la humillante derrota de la “decepción mexicana” en Las Vegas a manos de un equipo de mediano pelo de Estados Unidos nos permitirá realizar algunas reflexiones, de las que pretendemos no contar con la verdad absoluta, pero sí quizá cavilar sobre uno de los asuntos más importantes de lo menos importante: el negro-ocio del futbol.
Primero, ¿cuál es la relación del futbol con Oaxaca y los oaxaqueños? Pues, afincados en explotar el “negocio de la nostalgia”, corruptos dirigentes llevan a nuestros paisanos un producto “deportivo” de ínfima calidad, por la que cobran en dólares, billetes verdes que literalmente despojan a los paisanos que laboran en campos agrícolas, restaurantes, en puestos callejeros, como trabajadores en domicilios o negocio, lugares en los cuales son humillados o, como en centros de juego como Las Vegas como lavaplatos, albañiles, aseadores, camareros, desempeñando labores que otros no aceptan desempeñar. Amén del calvario para entrar a EU.
Asistir a un juego como el jueves implica varios días, horas de trabajo, traslados por horas con la esperanza de tocar un pedacito de México pero, sobre todo, al menos conseguir la justicia, aunque sea deportiva, de las humillaciones, malos tratos, discriminación de que son objeto los mexicanos en tierra ajena y, sin duda, ayer en el estado de los Raiders, un alto, muy alto porcentaje de los asistentes eran mexicanos pero, sobre todo, muchísimos oaxaqueños.
Y salieron decepcionados. Humillados.
Quizá el único o de los pocos resquicios en que podíamos plantarles cara, enfrentar a los gringos, a los “explotadores” había sido el futbol. Pero ahora, los güeros son mejores que nosotros en ¡nuestro deporte nacional!
Lo más doloroso, dicen los cronistas deportivos: ¡La paternidad de EU sobre México en futbol!
¿Por qué está así el futbol? Quizá servirían algunas reflexiones. Lo que ya sabemos: la manipulación del duo polio de las televisoras. El tráfico con jugadores, de preferencia extranjeros, violando los derechos humanos, las leyes laborales con contratos, salarios y trato semi esclavo que se da a los jugadores, de corta, muy corta vida productiva, sobre explotados y ninguneados, con anuencia de los gobiernos priistas, panistas y, ahora, morenistas, según el caso.
Las televisoras, los medios de comunicación se enfrascan en discusiones banales culpando a jugadores, entrenadores, que mucha vela tienen en el entierro, sin duda. ¿Y de los dueños de los equipos que, al final del camino son empresas “sociales” y de los gobiernos en turno, quién dice algo? Tomando en cuenta que el futbol y en menor medida el beisbol son asuntos de Estado, de importancia social por la aceptación o irritación que generan como distractores socio-políticos. Se discute más del entrenador en turno que, por ejemplo, el mal manejo de la economía, del alza de precios, de las “corcholatas”, la falta de agua, los estragos de cambio climático, la crisis de la basura y muchos asuntos más.
Otro factor, la corrupción evidente o velada con este “deporte” ¿Quién se ha preguntado del peso, que tiene el patrocinio de casas de apuesta con emblemas en las playeras, en los mensajes publicitarios en trasmisiones o en los programas de “polémica” deportiva? A nadie le importa que la principal “materia prima” de estos negocios sean, precisamente los resultados, los marcadores y las circunstancias que se registran en el juego.
Se apuesta, además del resultado, por el número de tiros de esquina, de faltas, de expulsados; el minuto o quién anotará un gol, como se conformará la alineación de uno u otro equipo, los penaltis o faltas marcadas a favor o en contra, de todo, todo es materia de apuesta bajo el señuelo de dinero fácil.
El box, principalmente, pero todo espectáculo deportivo ha estado bajo la sospecha de inequidad, parcialidad de árbitros o deshonestidad de participantes. Desde que tenemos uso de razón, se duda de los árbitros, de la “ayuda” a favor o en contra de algún equipo, la “mano negra” y, casi siempre, de la institución ligada a algún grupo poderoso, de la televisora o, como han sido reconocidos, de los “dueños del balón”. Las apuestas son un gran negocio, dinero fácil y sin esfuerzo y un gran nicho para el lavado de dinero de grupos delincuenciales.
Lo que menos importa es lo deportivo, el producto deportivo de calidad, se sigue explotando la nostalgia de los paisanos, entre ellos oaxaqueños; la salida sería que los paisanos dejaran de asistir a estos espectáculos, lo cual difícilmente acontecerá.
En un estado de severos rezagos como lo es Oaxaca, se hacen negocios y se saca raja política del deporte. Simplemente, el estadio de los Alebrijes de Oaxaca, cuyos dueños eran del Estado de México, se construyó durante la administración de Gabino Cué con 200 millones de pesos del Fonregión (Fondo Regional), destinado para ¡el combate a la pobreza! Inadmisible.
Se entregó a la franquicia futbolística Proyecto Tecamachalco. En septiembre de 2013 Nezahualcóyotl Salvatierra, quien repite esta vez como Secretario de las Infraestructuras, dijo que la obra se construía con recursos del Fondo Regional (Fonregión). Se dejó sin dinero a la construcción de carreteras, proyectos de salud y educación.
Además, nunca se aclaró la forma y cómo se entregó una obra realizada con dinero público para el usufruto de una firma privada. También está el caso de la construcción del deportivo Venustiano Carranza y la nula inversión en el deporte en Oaxaca.
Con estos antecedentes, entonces, ¿Qué mejora podemos esperar que no sea decepciones, humillaciones de parte de los gringos, de los jugadores, las televisoras y de los gobiernos?
Total, estamos distraídos. Ese es el objetivo.