El 24 de septiembre de 2002, el entonces presidente de la República, Vicente Fox Quesada, visitó la región triqui en donde el dirigente ya fallecido, Heriberto Pazos Ortiz, realizó una concentración multitudinaria del Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) en Santiago Juxtlahuaca, que causó admiración en el propio Fox y escozor en la izquierda, que consideró una traición el legitimar a un gobierno de derecha.
Pero a Beto Pazos no le importaron las opiniones adversas. Él dijo en su momento que la concentración era para mostrarle al Estado mexicano, la unidad férrea de una etnia que estaba en constante ebullición, en busca de un cambio profundo a través de una lucha reivindicatoria, impulsada en ese entonces, por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).
Cuando Beto Pazos vivía, tenía el control de ese grupo étnico. Era un hombre respetado por los triquis, pues al lado de Martínez Delia (+) y Juan Domingo Pérez, habían forjado una larga lucha que inició con las exigencias de la salida del Ejército de San Juan Copala, que es el Centro Ceremonial de los triquis y que había sido ocupado por los soldados, precisamente para eso: pacificar la zona.
Y a base de presiones y movilizaciones lo lograron. Pronto el Ejército abandonó Copala y el Movimiento Unificador de Lucha Triqui asumió el control de la zona.
Pero luego vino la división. La primera organización opositora al MULT fue la Unidad para el Bienestar Social de la Región Triqui (UBISORT), que lideró un periodista, Raúl Marcial Pérez, quien fue asesinado el 12 de diciembre de 2006.
En esa ocasión, una organización internacional de periodistas exigió se investigara el hecho. Esto fue lo que publicó en su momento: “Reporteros sin Fronteras está horrorizada por el asesinato, ocurrido el 8 de diciembre en el Estado de Oaxaca, de Raúl Marcial Pérez, periodista del diario El Gráfico y líder indígena, muy crítico con el actual gobernador Ulises Ruiz Ortiz. La organización pide que se tenga en cuenta la hipótesis profesional, que por ahora se ha descartado”.
Lo cierto es que el crimen de Raúl Marcial era parte del rosario de asesinatos cometidos por la pugna entre grupos de la etnia triqui.
Los gobiernos que han antecedido al actual, han hecho intentos de pacificar la zona, pero estos han sido inútiles. El propio Andrés Manuel López Obrador ha estado en la zona, pero ahí, piden el apoyo del gobierno, pero no le hacen caso a éste. Lo ignoran porque ellos se hacen justicia por propia mano. Ese es su uso y su costumbre; es la ley de la selva.
Curiosamente, es esa región oaxaqueña la mejor armada. La mayoría de crímenes se han cometido con armas de uso exclusivo del Ejército Mexicano y el gobierno no hace nada por emprender algún programa de despistolización o evitar que prolifere el tráfico de armas en la zona.
También es un secreto a voces que en esa región se cultive la amapola y la mariguana, pero tampoco se combate el cultivo de estos enervantes. El Ejército y la Guardia Nacional no entran en esa zona. El gobierno es un cero a la izquierda.
El lunes pasado, el secretario de Gobierno, Jesús Romero López reconoció que Tierra Blanca, Copala, era tierra de nadie. Dijo que en ese pueblo, donde tiene el control el MULT, hay casas incendiadas o baleadas, que el panorama era deprimente.
De ese lugar eran las jóvenes profesoras, Gertrudis Cruz de Jesús, de 29 años de edad y Licerina Cruz Merino, de 25, quienes también eran agentes de Pastoral Social, las cuales fueron masacradas cuando visitaban a un médico. Llevaban escolta de la AEI, pese a ello murieron emboscadas.
Romero, dijo que estos dos asesinatos frenan los esfuerzos de pacificación de la zona y por lo pronto, no podrán regresar familias de desplazados que anhelan volver al territorio que los vio nacer.
Por su parte, el gobernador Salomón Jara ha externado que esto es un boicot de los enemigos de la paz, pues justo cuando ya están a punto de lograrse acuerdos, ocurren uno o dos asesinatos que vuelven a entorpecer los esfuerzos de pacificación. “No fue el Estado, no fuimos nosotros”, subrayó.
Difícil el panorama que vive esa etnia oaxaqueña, que parece que han adoptado el odio y la violencia para llamar la atención del olvido oficial.
FOCO ROJO
Desde hace más varias décadas, la colonia del Maestro de Santa Rosa Panzacola, ha sido considerado un foco rojo para las autoridades de seguridad, pero a la fecha esto no ha sido razón para que se elaboren programas o estrategias con apoyo de los habitantes de la zona, que frenen por fin la violencia que impera en la zona.
Recordemos que en esa misma colonia se dio el asesinato de un hombre a plena luz del día el 9 de septiembre de 2021, cuando se encontraba en el interior de su vehículo en la calle Abraham Castellanos. Sujetos a bordo de una motocicleta le dispararon al menos en 10 ocasiones.
En la misma zona, pero en la calle Justo Sierra, el reconocido chef Arcadio Alcázar Fuentes fue asesinado el 26 de abril de 2022 frente a su domicilio, luego de un presunto asalto cuando se encontraba junto con su esposa, quien resultó lesionada.
El 14 de junio de este año, un jovencito de 16 años fue baleado también por sujetos que intentaron asaltarlo y le dispararon en sus piernas, provocando que el joven resultara seriamente herido y trasladado de manera inmediata a un hospital.
Vecinos de la colonia aseguran que en constantes ocasiones han solicitado la presencia de los elementos de seguridad no solo por los asaltos que se dan diariamente con arma de fuego, sino por las agresiones y acosos de la que son objeto estudiantes de secundaria, mujeres y personas de la tercera edad.
A ver si la primavera oaxaqueña pone atención a esta colonia y otras más que son focos rojos como en San Martín Mexicápam y Volcanes, donde los asaltos y asesinatos están a la orden del día.