Una de las lacras que no ha sido posible erradicar de la función pública y de los gobiernos establecidos, así como la del hampa y del narcotráfico, es el guarurismo. El guarurismo es el sinónimo de la prepotencia, la soberbia, en donde los gobiernos canalizan millones de pesos del erario popular, en mantener un estatus de vanidad más que de protección y es un vicio muy arraigado en los gobiernos de todo el mundo, en algunos casos se justifica, pero en la mayoría, no.
“Guarurismo” es un vocablo de origen mexicano específicamente en Tarahumara, que significa: jefe, gobernador o miembro del consejo. La connotación actualmente usada del término guarura está referida a los agentes de seguridad que acompañan a los funcionarios, pero en la actualidad se denomina guarura aquel guardaespaldas que protege generalmente a funcionarios públicos o gente muy poderosa y el término viene de perro, pues siguen fielmente a su amo, al cual protegen con ferocidad y es un vicio en el que han caído los gobiernos actuales.
Esta costumbre se aprecia mucho, hoy en día, en los tres órdenes del gobierno: el ejecutivo, legislativo y judicial; que se extralimitan en la cantidad de elementos que ponen innecesariamente al servicio de sus funcionarios, al de sus amigos, socios y parientes; sin importar lo más mínimo la suerte de los gobernados y claro todo a costa del Estado. Los guardias bien armados no solo cuidan a la esposa del funcionario, sino a los hijos, y hasta la suegra a la que llevan al mandado y se convierten en “mil usos” al hacer labores de jardinería, plomería, carpintería y hasta limpian la casa. Y el erario popular es el que paga.
Aquí en la actualidad y en Oaxaca vemos a funcionarios menores hasta con 4 guaruras mínimo, “protegiéndolos”, ¿de quien?, quizás para los funcionarios públicos sea un estatus que les nivele su complejo de inferioridad, pero este vicio es demasiado costoso para el pueblo que tiene que pagarlo irremediablemente. Elementos de la PABIC están casi la totalidad de ellos asignados a funcionarios públicos, mientras, el pueblo y las instituciones están completamente desprotegidas, y no hablemos de las policías estatales y municipales, por eso el hampa va en aumento ante la ineptitud y soberbia de nuestros gobernantes.