Leticia Mendoza Toro, la otrora poderosa secretaria general de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca, hoy secretaria administrativa, pero con un sueño guajiro de ser rectora de nuevo, cumplió años.
No se sabe cuántos, porque una mujer no lo revela, pero los cumplió, aun cuando se le notaba una mirada nostálgica. Y no dejó pasar la ocasión para demostrar que, solo ella, mata pulgas a balazos, así que se dejó consentir por sus escasas huestes.
La cita fue en el lobby de la rectoría, ahí donde despacha Cristian Carreño López, “El Míster Tequio”, como jefe de la máxima casa de estudios y el cual, por cierto, le hicieron fuchi, pues no fue invitado a la fiesta mexicana, que diga, al cumpleaños de Lety.
Pues bien, los mariachis se arrancaron con las mañanitas y la Maestra en Educación, vestida con pantalón rojo, blusa blanca con vivos rojos, lanzó un suspiro profundo cuando escuchó la estrofa “a las muchachas bonitas se las cantamos aquí”, por eso de que Lety, ya no se cuece en el primer hervor. Luego tocó turno a la banda que, con música heterogénea, acompañó el agasajo en donde los asistentes saborearon antojitos y dulces regionales, aguas frescas y nieve.
Ya casi con una lágrima rodándole la mejilla, la Maestra partió un enorme pastel. Antes de hacerlo, los comensales le pidieron solicitara un deseo que, seguramente, todos adivinaron, fue el lograr un día ser rectora de la máxima casa de estudios, antes de entregarse en brazos de la jubilación.
El festejo no fue como otros años, ahora no estuvo el rector, lo cual revela que los lazos con el nuevo titular están rotos, tampoco funcionarios de la UABJO, sólo su gente cercana y sindicalizados que le deben a ella el favor de asignarles una plaza.
Eso sí, no faltaron los invertebrados como Emilio Osorio que, gracias a ella ha ocupado cargos en la universidad. Éste no dejaba de abanicarla para ahuyentarle estos calores de cumpleaños a la doña, la cual agradecía el gesto con un “gracias licenciado; así, hasta parezco duquesa”.
Y como si se tratara una boda de pueblo, así llegaban los invitados, con sus respectivos regalos consistentes en blusas, bolsos, mascadas, accesorios y carteras, cadenas, aretes (molcajetes y metates, no, eso los recibía en el pasado), que llenaron el ego de la Maestra. Y muy que necesita esa motivación, pues desde la llegada de Cristian Carreño López su suerte es otra. El no tener poder, como antes, ha provocado que se olviden de ella los aduladores y caiga en el olvido.
Recordemos que en mayo pasado, sorpresivamente, fue removida de la secretaría general acusada de usurpar funciones. Dicen sus allegados que esa tarde lloró con amargura, por el trato que recibió de los que se decían sus amigos. Por eso su festejo fue como oxígeno para un pulmón que resintió los trancazos del Covid. Aunque el cumpleaños de la duquesa ya no fue como en otros tiempos, Mendoza Toro espera mejores tiempos para encumbrarse; mientras, no pierde el tiempo de sangrar a la bendita UABJO, ahora con sus retoños.
¿Por qué los damnificados deben venir a la ciudad?
¿Cómo está la coordinación, asistencia, apoyo a los damnificados a más de una semana de que Agatha golpeó la Costa que los afectados se ven obligados a ofrecer una conferencia de prensa improvisada en las jardineras del zócalo de la capital?
Ayer tocó a los cafetaleros y autoridades de San Andrés Lobene, en Ozolotepec, una de las zonas más golpeadas “ni siquiera despensas han llegado, solo los enviados de nuestros hermanos de Estados Unidos”. Se han multiplicado las quejas incluso por redes sociales por olvido en Santa María Tonameca, Pluma Hidalgo, Huatulco y múltiples comunidades de la Costa y la Sierra Sur.
La pregunta que ronda es ¿por qué los afectados deben venir hasta la ciudad para demandar apoyos? Son horas de transporte en caminos destrozados a recorrer de ida y vuelta. En su tierra dejan el desastre, carecen de electricidad, de agua, son brazos que se necesitan allá para reparar desde sus propiedades, casas, animales, su patrimonio o adecuar caminos, el abasto de agua, sus viviendas. Se ven obligados a realizar gastos no considerados que bien pudieran ser aprovechados para la reconstrucción. Vienen acá, a la capital, a tocar puertas muchas de las cuales no se abrirán, a ser escuchados, a mostrar su urgencia y, por desgracia, regresar con las manos vacías.
¿Por qué?