La difusión ayer de documentos “clasificados” por parte de uno de los periodistas acérrimos opositores al gobierno de la 4T levanta no solo severos cuestionamientos en torno a la salud presidencial, la forma de conducción del país, el paulatino arrinconamiento político de que ha sido objeto, las contradicciones hacia el interior de su, presuntamente sólido, primer círculo, la tambaleante situación en que se encuentra su relación con el ejército y, todo ello, las insospechadas consecuencias que pueda tener para el país.
Es lugar común insistir que la salud presidencial, llámese como se llame, del signo que fuere, es asunto de estado; ahora nos percatamos que poco sabemos o nos enteramos a medias. Andrés Manuel López Obrador está enfermo y ha afrontado crisis; debe saber que cualquier problema de salud que enfrente, por mínimo que éste sea, puede desatar un grave problema político-social en el país, máxime considerando que este es un gobierno de un solo hombre y ha sido irresponsable, en este y otros asuntos. Ni más, pero nada menos.
Otra arista es que, como periodistas, tenemos sembradas serias dudas de la versión del “hackeo” de las cuentas de Sedena. Señalan, quizá como cortina de humo, que ese hackeo se extendió a instituciones de varios países: Guatemala, Colombia, Chile y el Salvador, pero nada sabemos aún de ello, el mayor daño es para México. Si es así, es otro asunto muy grave, dado el poder adquirido por los militares y cedido por el propio López Obrador. Literalmente, están metidos hasta la cocina y, si carecen de protocolos o esquemas de protección de información vital para el país, pues estamos no solo mal, sino desprotegidos. Máxime tomando en cuenta que sobre Sedena se ha recargado la seguridad nacional, la Guardia Nacional y la protección suya y mía, querida lectora-lector.
Lo más parecido es resultado de una filtración a un grupo político que aún goza de poder, lo exhibe y quiere retornar al mando. Basta ver quién o quiénes han invertido en Latinus: la familia de Roberto Madrazo y Alexis Nickin. Ellos, a través de las empresas Digital Beacon Programatic Services y BCG Limited Consulting han obtenido jugosos contratos de gobiernos estatales, preferente priistas y panistas, para intentar hacer un boquete a la 4T y, por lo visto, en algunas ocasiones lo han logrado.
Si ello es resultado de filtraciones, éstas provienen del propio gobierno; de quienes, desde dentro, quieren debilitar y doblar al grupo compacto, al presidente y, por qué no, a una o unas de las corcholatas camino a la sucesión. Y, además, advierten que “tienen más”. Con ello han puesto en jaque a este gobierno.
El asunto es que ayer el presidente se vio arrinconado, aceptó su mal estado de salud y, contrario a su costumbre, no negó ni una sola línea de lo dicho por Carlos Loret: la mala situación en aduanas, que minimizan la bajas en operativos, la salida que AMLO le dio al Culiacanazo. Se advirtió que se tienen “terabytes” de información y que esto solo fue un adelanto. Un obús en el corazón de la 4T. La salida: Chico Ché, irresponsable.
Ayotzinapa le hizo un boquete a un gobierno previo y fue clave en su caída, Ayotzinapa ha causado estragos a este gobierno, enredado en sus dichos y puede zozobrar por ello, sumado a la multiplicidad de yerros cometidos. No es extraño que este “fuego amigo” se publique días después de las órdenes de aprehensión contra miliares presuntamente relacionados o presentes en el caso; el posterior retiro de esas órdenes.
El presidente indicó que con esas órdenes de aprehensión se buscaba una rebelión en el ejército: Per se, esa acusación es muy grave. ¿De dónde salieron las acusaciones? Del propio gobierno, de la oficina del subsecretario de Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas. Eso ya causó la caída del fiscal para el caso, Omar Gómez Trejo. AMLO aceptó que es objeto de presiones de todos lados, “de todos lados” seguramente incluye también al ejército.
Desnudó diferencias entre titulares e instituciones como Marina y el Ejército. El involucramiento del cada vez más poderoso, silencioso y licencioso fiscal, Alejandro Gertz Manero y que el gobierno de un solo hombre no las tiene todas consigo, como supone, le hacen creer y presume.
Está claro que con el poderío, contratos, posiciones entregadas al ejército, AMLO no ha comprado lealtad. Porfirio Muñoz Ledo lo advirtió con respecto al narcotráfico: “el Presidente va a terminar su periodo, la pista ya se le está acabando. Él piensa que puede heredar al siguiente Gobierno su asociación y que eso le otorga mayor poder, porque además de tener autoridad y recursos del Gobierno federal no habrá nada que se le pueda oponer”, lo dijo con respecto a la delincuencia, pero también vale para la relación con el ejército.
Creo que quienes buscan ser contrapesos, influir en la sucesión ya encontraron el camino: arrinconar al presidente.
Quizá por primera vez con Ayotzinapa, las filtraciones, la precaria salud presidencial se ha puesto contra la pared a la 4T. No aceptarlo es carecer de criterio analítico para, esos si es clave, buscar una solución.
Veremos cómo va a salir de esta. Es hábil, sin duda, pero el principal problema puede ser los costos para el país y para la estabilidad nacional. Es clave mantener al gobierno que acaba, sin duda, pero no a cualquier costo.
El presidente ha sido irresponsable y ello le está pasando la factura.