Lo que se veía como un acto de humanidad y solidaridad para miles de migrantes que pasan por el territorio oaxaqueño, se convierte poco a poco en un problema que nadie quiere en su territorio.
Primero surgieron problemas con vecinos de la Central de Abasto, que demandaron el retiro de cientos de migrantes que ya habían instalado tiendas de campaña y hacían sus necesidades fisiológicas por doquier.
Para evitar un problema mayor ante este rechazo que también los culpaba de un incremento en la inseguridad, el Gobierno del Estado decidió instalar tres centros de movilidad migratoria ubicadas en Juchitán de Zaragoza, Tapanatepec y San Sebastián Tutla.
En este último municipio, al empezar las inconformidades de los habitantes, al notar un gran incremento de migrantes en la zona que se quedaban en calles, banquetas y espacios públicos, porque no todos caben en el centro de movilidad, el gobierno estatal decidió cerrarlo.
El pretexto fue que habría que respetar la festividad de muertos de los pobladores de San Sebastián Tutla, y que el cierre de este espacio sería desde el 30 de octubre al 3 de noviembre, pero estamos a 8 y no hay señal de que sea reabierto.
Algunos funcionarios que integran el gabinete han señalado que el gobierno está en busca de otro espacio, pues una gran parte de los pobladores de San Sebastián no quieren que sea reabierto.
En su momento, el titular de la Secretaría de Gobierno argumentó que se estudia la posibilidad que los migrantes ya no lleguen a Oaxaca, sino nada más en Juchitán y que desde esa ciudad istmeña sean trasladados en autobús a la Ciudad de México, pero más bien, al gobierno estatal le ha fallado o carece de una estrategia para atender el difícil tema de los migrantes.
Es de señalarse que, para poder instalar el Centro de Movilidad Migratoria en San Sebastián Tutla, tuvo que echar mano de Catem, uno de los sindicatos que han hecho de la anarquía, un método para someter al gobierno. Basta recordar que actualmente ese organismo controla los taxis foráneos, así como los mototaxis en los municipios, además de las obras que realiza la iniciativa privada.
Lo cierto es que la falta de un espacio para albergar a los migrantes ha provocado que estos invadan las calles de la ciudad, sobre todo en los perímetros donde se ubican las terminales de autobuses.
Esto tiene sus riesgos, sin afán de caer en la xenofobia, pues varios de ellos vienen enfermos o algunos podrían incurrir en el robo, o, incluso, podrían ser agredidos simplemente por el rechazo social.
Lo grave es que, de acuerdo con las autoridades del Gobierno de Oaxaca, al menos 10 mil migrantes se encuentran varados actualmente en por lo menos cinco municipios de la región del Istmo de Tehuantepec.
El corresponsal de EL IMPARCIAL en el Istmo, Faustino Romo, ha reportado que en los municipios istmeños como Tapanatepec, Zanatepec, Niltepec, Ingenio y Juchitán, al cierre de este fin de semana estaban concentrados poco más de 10 mil migrantes.
Cabe destacar que en el Centro de Movilidad ubicado en Juchitán por ahora se contabilizan por lo menos 6 mil migrantes que esperan abordar un autobús; no obstante, derivado de lo mismo, los servicios se encuentran colapsados.
Por otro lado, los módulos del IMSS-Bienestar y de los SSO dejaron el centro de movilidad y viajaron para atender a los damnificados de Acapulco, Guerrero, tras la devastación que dejó el huracán Otis el pasado 25 de octubre, por lo que la atención de salud que se les prestaba a los indocumentados quedó solo a cargo de la organización Médicos Sin Fronteras.
En tanto, en Chiapas, escoltados por funcionarios de Protección Civil y ambulancias, el grupo, integrado por cerca de 7 mil personas, según Pueblos Sin Fronteras, avanza desde el 31 de octubre hacia el norte de México, muchos de ellos luego de haber esperado sin respuesta por varios meses un permiso de tránsito del Instituto Nacional de Migración (INM).
La mayoría de los integrantes de esta última caravana son ciudadanos de Cuba, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras y Venezuela, los cuales tendrán que pasar por territorio oaxaqueño, agravando el problema de los migrantes.
Mientras tanto, los funcionarios del gobierno estatal siguen en búsqueda de un terreno para instalar un centro de movilidad migratoria. ¿Les dará tiempo? ¿O el huracán que azotó Guerrero será un bello pretexto para la justificación?
Hablando del huracán que devastó esa entidad vecina, así como el bello puerto de Acapulco, es loable la solidaridad que está fluyendo hacia los miles de damnificados que lo perdieron todo. Millones de mexicanos se han desprendido de algo, para ayudar a sus hermanos en desgracia.
El gobierno estatal ha señalado que han enviado toneladas de ayuda humanitaria, en tanto que personal de los Servicios de Salud recorre casa por casa para prodigar de asistencia médica a los acapulqueños. Además, han sido enviados camiones de volteos para apoyar en la remoción de escombros.
Se ha anunciado también que personal que labora en el gobierno, donará cinco días de salario. Todo está bien, pero deberían cargarles la mano a los funcionarios públicos, esos que cobran sin trabajar o hacen como que trabajan, porque no se vale exprimir a los empleados de confianza, esos que sí sacan la chamba y que, sin consultarles, les van a rasurar su salario.
Sería saludable que se dé a conocer cuánto dinero aportaron los que integran el gabinete, pero también que a estas donaciones se sumen los flamantes diputados locales, así como los regidores y síndicos de los ayuntamientos, sobre todo, de esos municipios que pretenden cobrarles multas hasta a los que piden limosnas, como es el caso de la presidenta municipal de Santo Domingo Tehuantepec, Vilma Martínez Cortés, quien exhibió su hambre por el dinero. Lamentable que Oaxaca se exhiba por actitudes como las de esta edil que pretende arrancarle dinero hasta a las piedras. Excelente miembro posee el partido de la 4T, ¿no cree?