Es el siglo XIX. Oculta en el bosque, a muchos kilómetros de la Francia rural, se encuentra la finca Marchère; un dominio de tierras silenciosas habitado por almas que ocultan sus pecados bajo las ramas y las zarzas. Ahí, entregado a Dios y atormentado por las desgracias, gobierna Candré Marchère un joven pálido, delgado y triste, que de infante conoció la orfandad y fue criado celosamente por Henria, su sirvienta.
Único heredero de un próspero imperio maderero, que convierte abetos y pinos en tablones para ser enviados a Francia, Suiza y Bélgica; no obstante, se siente completamente solo, la lealtad de sus sirvientes, que lo defienden aunque tengan que derramar su propia sangre, no le es suficiente. Anhela a su lado a una esposa y procrear hijos. Se desposa muy joven con Aleth, pero ella muere a los pocos meses de manera misteriosa. Tiempo después se casa con la joven y virginal Aimée Deville que va a vivir a la finca sin imaginar que se adentra en un territorio preñado de secretos.
Sola en el castillo (Destino/2022) es la nueva novela de la escritora francesa Cécile Coulon, a principios de 2021 su novela Una bestia en el paraíso fue aplaudida por la crítica en español, con esta nueva historia reafirma el por qué Le Fígaro la cataloga como “la hija predilecta de las letras francesas”, pues en 281 páginas crea una historia de personajes solitarios, territorios arcanos y amor desacerbado por las tierras.
He leído todas las traducciones en español que se han publicado de la obra de Cécile Coulon y me queda claro que posee un ritmo narrativo desenfrenado, le gusta involucrar en sus historias a personajes psicológicamente misteriosos y con ello logra despistar a los lectores, porque la realidad siempre es otra. En su literatura los lugares son capaces de transformar al alma más buena e impregnarla de su gen maldito.
Sola en el castillo es de tintes góticos; a ratos me dio aires de “La cumbre escarlata”, sin embargo, su trama central gira entorno a Angelin, el hijo de Henria -la sirvienta que crio a Candré Marchère- un tímido y apuesto joven, cuyo único pecado, al parecer, es ser extraño, pero normalmente “las aves extrañas no son chicos malos”, ¿qué le pasó?, ¿por qué lo aíslan?, ¿cuál fue su pecado?, todo ello se lo pregunta la joven Aimée Deville, que no logra comprender lo que sucede en su entorno, ni desenmarañar a su casi santo esposo.
Hay mil posibilidades y el enredo resulta de lo más simple, pero ese es el juego y todo aquel que se adentre a la obra de Coulon, tendrá que jugarlo.
@Urieldejesús02