El teólogo sueco Emanuel Swedenborg escribió “Dios nos ha concedido la memoria para que tengamos la capacidad de olvidar”, miles de ideas a diario nos atraviesan, algunas sosas, otras valiosas en exageración, tanto que terminamos por olvidarlas. Al hablar los diálogos fluyen y las ideas brillan, más si se dicen desde el conocimiento, la certeza y la falsa y astuta erudición. Personas como Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899) no necesitan presentación o nuevas reseñas de su obra, es el que es y punto, aunque no lo hayamos leído, lo conocemos.
Se han juntado un par de casualidades, primero que se celebró hace un par de días su 123 aniversario, luego la aparición de Borges: el misterio esencial (Lumen/ 2022) un tomo publicado en Argentina a finales del año pasado, que se acaba de reeditar en México. Dicho libro recupera 11 conferencias que el escritor argentino dictó entre 1976 y 1980 en las universidades más importantes de Estados Unidos de 1976 a 1980, como: Indiana, Chicago, Columbia, Boston, Harvard y el MIT.
Es interesante porque son largas conversaciones donde habla de sus fuentes literarias, su país natal, su genealogía y su pasado, en ellas a diferencia de las entrevistas para medios, nadie lo detiene y se extiende todo lo que cree, hasta redondear cada respuesta. Es tanto el ambiente de rigor académico y veneración que le profesaban los asistentes a esas charlas que el mismo Borges tiene que romperlo a ratos con su sentido del humor.
Además, importa resaltar que, para entonces, el autor de Ficciones ya era ciego de décadas y había desarrollado una extraña manera de comunicarse con todo lo que sus ojos ciegos de alguna manera descifraban. En la Universidad de Chicago para ejemplo, dijo: “Percibo la amistad, percibo una sensación muy real de bienvenida. Me siento querido por la gente, siento todo eso. No percibo lo circunstancial sino lo esencial, profundamente”.
Mientras que, en la Universidad de Indiana, declara cosas como: “Siento que la gente ha exagerado mi importancia. Yo no creo que mi obra tenga tanto interés” o “Debo decirles a todos ustedes que les agradezco que me tomen enserio. Es algo que yo no hago jamás”. Y ello era algo frecuente en él. Willis Barnstone quien se encargó de la edición y las fotografías del libro, recuerda una anécdota de Leonor Acevedo, madre de Borges, que lo acompañó en diversos viajes por el extranjero, quien relata que, al finalizar cada homenaje, su hijo le susurraba perplejo: “Caramba, madre, ¡me toman enserio!”
Las once charlas que reúne el libro versan sobre los principales intereses del autor de El Aleph como los límites entre realidad y ficción, la estirpe de sus antepasados, la cábala, el inglés antiguo, autores norteamericanos como: Allan Poe, Dickinson, Whitman y Frost; la memoria y el tiempo. Disertaciones que gracias a este tomo se salvan de nuestra humana y experta capacidad de olvidar.
@Urieldejesús02